SIETE días justos son los que faltan para que Isabel Pantoja regrese a su tierra, Sevilla, donde actuará ante sus incondicionales. La cita en concreto tendrá lugar el sábado próximo en el Parque Municipal de Benacazón y, la hora, las diez y media de la noche. ¿Sienten curiosidad por conocer los entresijos de este espectáculo? Pues no se pierdan, como dicen los avances de las series de televisión, las próximas líneas. Sólo ellas poseen las claves.

A treinta y cinco eurazos del ala se está cotizando la entrada a un recinto que dispone de diez mil localidades de las que, según me cuentan, sus promotores se darían por satisfechos si, al menos, vendieran la mitad. Hay que tener en cuenta que el caché de la cantante se encuentra entre los diez y los doce millones de pesetas -si no les importa, hagan el cambio de moneda ustedes- y que, por tanto, el negocio empieza a salir a partir de un número bastante considerable de asientos.

Sin embargo, cuestiones monetarias aparte, Isabel está tan ilusionada que, Dios y las negociaciones pertinentes mediante, se plantea repetir negocio con estos empresarios el día dos de agosto, fecha de su cincuenta y dos cumpleaños, en la aldea almonteña de El Rocío. Un show ése que tendría lugar en el Pabellón Ecuestre y que podría llegar a aglutinar hasta doce mil quinientas personas. Para los "pantojistas", el sitio, el precio y el lugar, es lo de menos y, desde toda España, se están fletando autobuses cara a la fecha de la semana que viene.

La artista llegará el miércoles o el jueves para hacer las pruebas de sonido y, en cuanto a los requisitos previos, cuestiones sencillas, como un camerino con fruta fresca y agua mineral, y, sobre todo, un espejo de cuerpo entero para verse bien antes de salir a escena. Allí, sobre las tablas, dispondrá de dieciocho metros de anchura y doce de fondo por donde lucirá su nuevo vestuario y hará vibrar, como siempre, al público.