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Rafael Salgueiro

La convergencia de los necios

La corrupción política no es exclusiva de Cataluña, pero la captura en beneficio propio de las facultades que confiere el poder y el mal uso de éstas no tiene parangón en ningún otro lugar

DE Estevill lo que desasosiega no es tanto que prevaricara, sino que nadie de los que debieran hacerlo dijera basta cuando era un clamor la existencia de un juez corrupto". Esto es lo que escribió el filósofo Manuel-Reyes Mate sobre este juez extorsionador que fue designado por CiU para formar parte del Consejo General del Poder Judicial, cuatro años después de haber ingresado en la carrera judicial por el cuarto turno, el reservado a los juristas de reconocido prestigio. Recordarán que fue condenado, al igual que el abogado Piqué Vidal que intermediaba ante los empresarios extorsionados. Defendido por el presidente Pujol en un primer momento, la responsabilidad política de CiU se saldó con el cese del consejero de Finanzas y número dos del gobierno, Maciá Alavedra. Éste, bastantes años después, fue imputado junto con Lluís Prenafeta, otro de las manos derechas de Pujol, por el caso Pretoria. En esencia, su actividad era el logro de concesiones municipales a grandes constructoras a cambio de comisiones, naturalmente pagadas y blanqueadas en el exterior, tal como reconoció Alavedra. Ingresados en prisión, lograron salir bajo fianza a finales de 2010 a pesar de la oposición del juez, dícese que a cambio del apoyo de CiU a la aprobación de los presupuestos del Estado de 2011, los últimos del Gobierno socialista de entonces.

Las características y personajes del caso Palau no dejan de ser parecidas: cobro de comisiones a una gran constructora, vehiculadas esta vez a través de una fundación y cuyo destino confeso hasta el momento era el enriquecimiento personal, si bien el juez ha establecido que CDC como responsable civil "a título lucrativo" y por ello tiene su sede embargada. El sujeto principal de este caso, Félix Millet, había sido condecorado en 1999 por el presidente de la Generalitat con la Creu de Sant Jordi, sin que fuera inconveniente para recibirla haber sido condenado por estafa unos cuantos años antes. El consejero de Obras Públicas en el tiempo de las donaciones altruistas en pro del templo nacionalista de la música era Felip Puig, recuperado como responsable de la policía autonómica por Artur Mas.

Quien parecía señalado para heredar la presidencia algún día, Oriol Pujol, dadas las facultades que su padre veía en él, ha tenido que renunciar a la secretaría de su partido y a su posición relevante en el Parlamento, como consecuencia de su implicación en el caso ITV. Consistía éste en la modificación de la distribución territorial de las actividades de inspección de vehículos para dar cabida a un nuevo actor en el negocio.

Su hermano Jordi se ha dado a conocer por sus supuestas actividades de transporte de dinero de origen no explicado hacia Andorra, quizá una especialidad heredada de su abuelo Florenci que a ello se dedicaba en los tiempos en que la obtención de divisas era harto dificultosa puesto que la peseta sólo se podía intercambiar en Tánger. No consta que sea heredada la extraordinaria facultad que tiene para adquirir vehículos de lujo y exóticos a precio de saldo.

Aquél fue el abuelo previsor que, dudoso de que su hijo Jordi pudiera sostener a su familia dedicándose a la política, dejó un legado en el exterior, pocos meses antes del acceso de su hijo a la presidencia, destinado a proveer el futuro de su nuera y de sus nietos, según hemos conocido por el notable comunicado-coartada que difundió el ex presidente el día 25 de julio. Y ya es mala pata, precisamente el día de Santiago, santo patrón de una Espanya a la que por una vez, y sin que sirva de precedente, no se la puede culpar de nada. Lástima, porque el ataque español fue el argumento eficaz para eludir cualquier responsabilidad en Banca Catalana.

No ha faltado tampoco la estética en este tiempo de creación del nuevo nacionalismo catalán. Al contrario, hemos conocido que existía un permanente "con flores a María, que madre nuestra es" siempre que fueran suministradas por Hidroplant, la empresa de la ejemplar emprendedora y mater familiae.

No crean que estos hechos y otros, como el caso Casinos, eran del desconocimiento de los inadvertidos catalanes. No. Eran conocidos y comentados en la sociedad catalana antes de que se desvelasen y preocupaban, y mucho, a ERC cuando tuvo responsabilidades de gobierno, de ahí la loable creación de una Oficina Antifraude de cuya actividad no se tiene ahora noticia. Lógico, ya que el combate a la corrupción no figuraba en el programa con el que CiU concurrió a las últimas elecciones regionales. Sería que los redactores del programa no daban mucho crédito a la existencia del "sector negocios" de CiU.

Se dirá que la corrupción política no es exclusiva de Cataluña. Es cierto. No merece la pena relatar los casos de sobra conocidos, entre ellos el sorprendente descubrimiento de que en Andalucía había una UGT-B, además de la UGT-A oficial. Sin embargo, la captura en beneficio propio de las facultades que confiere el poder y el mal uso de esas facultades no tiene parangón en ningún otro lugar de España, aunque padezcamos desde hace muchos años unos comportamientos inmorales que jamás han encontrado una respuesta firme y contundente desde el ámbito político, salvo muy loables excepciones a veces exageradas. No la ha habido ni en momentos de selección de candidatos ni en circunstancias que aconsejaban la separación inmediata del puesto público u orgánico. No disponemos de una ley de transparencia -secular en algún país- porque en 44 años no se ha considerado necesario u oportuno promulgarla. Y no ocupamos una posición decente en el índice de corrupción percibida que elabora Transparencia Internacional, una percepción que se debe a actuaciones políticas y administrativas, no a comportamientos privados.

Todo esto nos afecta individualmente en la percepción que un tercero se haga de nosotros por nuestra nacionalidad, asignándonos una característica genérica de deshonestidad de la que ni usted ni yo tenemos culpa. Es una inmoralidad que se nos haga pasar por esto. Y encima sin escapatoria en el éxito deportivo, después de sufrir que la roja haya estado al nivel de cualquier islote perdido de Oceanía.

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