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El cordón

Ni España es Francia ni el sistema electoral se parece, pero el PSOE fía su campaña a azuzar el miedo a Vox

Las elecciones a la Presidencia de la República francesa, cuya primera vuelta se celebró el pasado domingo y la segunda se votará el próximo, y la entrada esta misma semana de Vox, por primera vez, en un Gobierno autonómico -el de Castilla y León- ha avivado el debate sobre la relación de los partidos sistémicos españoles con los populismos, especialmente desde la izquierda gobernante en España.

En Francia, como en Alemania o en Bélgica, hay una larga tradición de imponer un cordón democrático -también llamado sanitario- a las fuerzas de ultraderecha. En España, no. Simplemente porque la derecha radical no había tenido hasta ahora fuerza suficiente para plantearlo como un problema -que lo es-, en buena medida porque el PP logró durante más de 25 años ser la fuerza hegemónica en la derecha y no les dejaba espacio.

Pero el declive del PP en este primer tercio de siglo por errores propios -el principal, la corrupción- es una de las causas de que Vox sea un partido en auge, aunque no la única. El populismo de derechas es un fenómeno que gana adeptos en todo el mundo desarrollado.

En Francia, hace cinco años Marine Le Pen ya fue la segunda fuerza más votada en unas presidenciales y, por ello, ya disputó la segunda vuelta. En 2017 el cordón democrático llevó a Emmanuel Macron a reunir el 66% de los votos. ¿Pero realmente funcionó? Hay que ponerlo en duda ante el resultado de la primera vuelta de 2022, con Le Pen a 4,7 puntos del presidente de la República, con opciones claras de disputar en la segunda vuelta el Elíseo. Y, lo que es más importante, con los partidos sistémicos reducidos a la irrelevancia y el populismo de izquierda de Jean-Luc Mélenchon en tercer lugar, muy cerca de los dos primeros candidatos y con su electorado convertido en juez de la segunda vuelta (un 30% está dispuesto a dar un pendulazo y votar a Le Pen).

Ni España es Francia, ni nuestro sistema electoral se parece en nada, pero el PSOE, y con más énfasis en Andalucía tras una legislatura perdido en la oposición, parece fiar su campaña a azuzar el miedo a Vox y a exigir al PP un cordón sanitario, pese a carecer de legitimidad tras los pactos para gobernar sellados con Bildu y ERC. Pierde la energía y el tiempo. Hasta el propio Juan Espadas lo sabe por muy desparecido que esté. Nadie teme ya a Vox, y bien que lo lamento porque hay elementos de su ideario para echarse a temblar (machismo y xenofobia). Se demuestra en cada elección. Pero sobre todo no es creíble pedir ese cordón sin permitir gobernar al más votado. Acaba de pasar en Castilla y León. El cordón que quieren es el que impida todo gobierno alternativo a la izquierda. ¿Hay algo más antidemocrático?

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