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Un día en la vida

Manuel Barea

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Esa cosa de la Constitución

Con la Constitución, esa pureta que acaba de cumplir los 38 y que para algunos ofrece una madurez de muy buen ver mientras para otros muestra las primeras señales de necesitar un recauchutado urgente, pasará -o viene ocurriendo ya desde hace tiempo- lo mismo que con otros textos sagrados y esotéricos: que siendo un manual de instrucciones de cuya observación, aplicación y cumplimiento debería obtenerse un resultado único y común para todos deriva en jeroglífico o arcano con exégetas que discrepan al interpretar su contenido según sus entendederas. O lo que es peor, sus intereses.

A saber: un ejemplo, el artículo 35, el del derecho al trabajo. En las ocasiones en las que se ha convocado una huelga general -un derecho fundamental que recoge el artículo 21- porque los sindicatos consideran que ese precepto se incumple -pues ni todos los españoles trabajan ni todos los que lo hacen perciben "una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia"-, el Gobierno de turno, de derechas, de izquierda, de centro o de lo que sea, lanza la advertencia a los piquetes de huelguistas de que ese día no se podrá impedir el derecho al trabajo de aquel español que -teniendo un empleo, claro- quiera ejercerlo (libremente, sin coacciones de ningún tipo), porque así lo manda la Constitución, incumplida a día de hoy contra 3.789.823 españoles a los que se les niega ese mismo derecho.

Tal vez por eso, para paliar ese déficit dentro de sus modestas posibilidades y consagrado como político a su tarea de cumplir y hacer cumplir la Constitución, el ex consejero de Educación, Cultura y Deporte, Luciano Alonso, leyó el artículo 35, lo interpretó, lo entendió y dio trabajo -con "una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia"- a conocidos que son parientes de unos colegas que tienen unos amigos con allegados a personas que alguna que otra vez y por casualidad se han tomado unas cañas con uno que es del PSOE. Y el fiscal, que debe ser un tiquismiquis, probablemente un sieso que hace otra lectura muy distinta de la que hace Don Luciano de ese derecho de la Carta Magna, se lo recrimina y pide que lo inhabiliten durante 14 años para desempeñar un cargo público. A muchos de los que tienen uno gracias a sus votantes se les llena la boca hablando de la Constitución porque les va el negocio en ello. Olvidando que lo primero que hay que hacer para mantenerse al margen de la ley es ser honrado.

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