José Manuel Menudo / Profesor De La Universidad Pablo De Olavide

La coyuntura no perdona

MEJOR mirar a la bolsa que a lo que tenemos a nuestro alrededor. La desaceleración de la construcción estaba descontada por todos, pero nadie esperaba que el comportamiento de los demás sectores fuera tan negativo. Viendo los datos de coyuntura de la semana, es difícil decantarse por una actividad que sirva, no ya como contrapeso, sino simplemente como refugio.

Para empezar, el descenso de la actividad inmobiliaria ya no es moderado. Los visados concedidos por los colegios de arquitectos para construir viviendas cayeron un 58,12% en los siete primeros meses de 2008.

Por otra parte, el aumento del desempleo y la subida de las hipotecas ya apuntaban a una desaceleración del consumo familiar, pero lo cierto es que las ventas del comercio al por menor han pasado de la ralentización al desplome demasiado rápido. El índice que las mide retrocedió un 7,5% en agosto: la comercialización de productos de alimentación cayó un 3,8% y la de artículos no alimenticios, un 10,5% (5,6% para los productos personales y 15,8% para los del hogar). En las grandes superficies la bajada fue del 7,7%.

¿Cómo resisten los demás sectores esta coyuntura desfavorable? Pues varía en función de su competitividad. El sector turístico español es muy competitivo y la drástica desaceleración de nuestro entorno es soportada, por ahora, con leves caídas o modestos crecimientos. Hemos conocido esta semana que en agosto se registraron 37,9 millones de pernoctaciones en establecimientos hoteleros, lo que supone un recorte interanual del 0,6%.

La sorpresa negativa proviene, más bien, del sector que los más optimistas calificaban como nuevo eje del modelo de crecimiento español. Castigado por la indolencia dirigente, la industria se une a los sectores en crisis por su incapacidad competitiva. A la espera del dato de agosto, el Índice de Producción Industrial (IPI) en julio descendió un 3% respecto al mismo mes del año anterior. Peor aún fue la evolución en Andalucía, donde la producción industrial decreció un 11,8% interanual.

A corto plazo sólo queda esperar una intervención del Banco Central Europeo (BCE). Las últimas inyecciones del liquidez y el formato de las subastas (los bancos podían pedir las cantidades deseadas sin límite) no consiguen frenar las tensiones financieras. Atendiendo a que la prioridad del BCE es la vuelta a la normalidad y a que la inflación en la Eurozona bajó dos décimas en septiembre, un recorte de los tipos se postula como la medida que puede cambiar las tendencias.

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