alto y claro

José Antonio Carrizosa

El crepúsculo de las ideologías

EL pasado miércoles, durante su comparecencia en el Foro Joly Andalucía, Juan Ignacio Zoido dio una lección de política práctica muy a tener en cuenta en los tiempos convulsos que corren. Reveló el pletórico alcalde que a la hora de plantearse su campaña tuvo que elegir entre tres ejes: el ideológico, centrado en el debate entre izquierda y derecha; el personal, que suponía volcar los esfuerzos en la personalidad del candidato, y el de los problemas de los sevillanos para presentar en todos los casos propuestas de solución. Despreció del todo el primero, aprovechó algunos elementos del segundo y se volcó de pleno en el tercero. A la luz de los resultados nadie puede dudar que acertara. Una ciudad que estaba considerada desde los inicios de la transición como la guardiana de las esencias socialistas y donde el partido del puño parecía hasta hace nada invencible, se le rindió hasta el punto de que Sevilla vive ahora una luna de miel con su alcalde como no se guarda memoria en la ciudad. Un encantamiento del que fue un símbolo más su exitosa comparecencia en el foro organizado por este periódico.

Tuvo razón Zoido: Sevilla no es una ciudad tan de derechas como para ponerle fácil al alcalde el triunfo que ha conseguido ni tan de izquierdas como para hacerlo imposible. Es, como todas, una ciudad que demandaba soluciones en un momento especialmente complicado de su historia y que entendió que los que estaban no se las daban. Lo de que da igual que el gato sea blanco o negro, que lo importante es que cace ratones -proverbio chino tan del gusto de Felipe González- se cumplió de forma inexorable.

La lección que se puede sacar de Sevilla harían bien en aplicársela tanto Pepe Griñán como Alfredo P. Rubalcaba para los tiempos que se avecinan. Después de todo lo que ha pasado, hacer guiños de izquierda, arremeter contra la banca y reivindicar los restos maltrechos de la socialdemocracia tiene su público. Alguien tiene que recoger esas banderas y lo tiene que hacer ya. Pero eso se queda en nada si no se abordan los problemas reales de la gente y se plantean soluciones. No son tiempos éstos de levantar estandartes, sino de trabajar desde la política para salir del pozo. Hace muchos años, tantos que ninguno de ustedes, si es que habían nacido, habían hecho la Primera Comunión, un ideólogo del tardofranquismo y de eso tan curioso que se llamó la democracia orgánica escribió un libro que tituló El crepúsculo de las ideologías. Se llamaba Gonzalo Fernández de la Mora y tuvo el hombre, según cuentan los libros de historia, cierto éxito. Bueno, no es exactamente lo mismo, pero el experimento Zoido ha venido hasta cierto punto a darle la razón. Qué cosas.

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