Editorial

La crisis que estallló en el peor momento

FINALMENTE, el presidente Rodríguez Zapatero había decidido zanjar el dilema sobre la ineludible crisis de Gobierno -antes o después de las elecciones europeas de junio-, pero a buen seguro que lo último que deseaba era que se la reventasen los medios de comunicación. Es lo que le ha ocurrido y, además, con la agravante de que le ha estropeado el impacto que para su buena imagen internacional e interna iba a suponer su encuentro con Barack Obama, que ponía fin a cinco años de malas relaciones con los gobernantes de la primera potencia mundial. Aunque el contenido exacto de la remodelación gubernamental no se conoce todavía y no cabe descartar alguna sorpresa, propia de la idiosincrasia del presidente, las grandes líneas del cambio parecen definitivamente trazadas. Para afrontar la grave crisis económica y financiera y la espectacular destrucción de empleo, con la consiguiente merma de las expectativas electorales socialistas, Zapatero ha optado por aumentar el peso político de su Gabinete, dando entrada a los dos pesos pesados del partido en el poder. Por un lado, al presidente del PSOE, Manuel Chaves, se le crea una vicepresidencia de política territorial, al tiempo que se pacta con él la ardua, y conflictiva, tarea pendiente de su sucesión al frente de la Junta de Andalucía; por otro, el vicesecretario general socialista, José Blanco, se ocupará del Ministerio de Fomento, la principal empresa inversora de España, en sustitución de la también andaluza Magdalena Álvarez, con el objetivo prioritario de rentabilizar el esfuerzo que proyecta el Gobierno para suavizar los peores efectos de la recesión. Por último, precisamente, en el ámbito económico es donde se produce la novedad menos esperada: el ascenso a la vicepresidencia económica de Elena Salgado, ex ministra de Administraciones Territoriales, y con anterioridad de Sanidad, que vendrá a ocupar el puesto de un Pedro Solbes amortizado y superado por los acontecimientos. Chaves, Blanco y Salgado son los tres vértices de una crisis que se le ha ido de las manos a Zapatero hasta el punto de hacerse pública en el momento más inoportuno. Sólo un año le ha durado al presidente su Gobierno tras ganar las elecciones por segunda vez.

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