Tribuna Económica

Joaquín / aurioles

La crisis rusa

LA crisis rusa es la crisis del proyecto de hegemonía política regional de una oligarquía encabezada personalmente por su presidente, pero al que le fallan estrepitosamente sus fundamentos económicos. El autoritarismo y el oscurantismo institucional encajan difícilmente en un mundo competitivo y globalizado, pero esto también ocurre en China, aunque las circunstancias son muy diferentes. Mientras que la economía china está muy diversificada e intensifica su presencia en los mercados de manufacturas y bienes de contenido tecnológico, la rusa se concentra en los energéticos y de materias primas. Tanta especialización tiene riesgos, el más importante de los cuáles es el de tener que lidiar permanentemente con la coyuntura de unos mercados particularmente volátiles e inestables. Para garantizar su defensa frente a cualquier perturbación que pueda presentarse, Rusia está obligada a mantener un amplio volumen de reservas y, de hecho, los 428.000 millones de dólares que acreditan las estadísticas del Fondo Monetario Internacional (3,2 billones de dólares en el caso de China) indican que se trata de una de las más elevadas del planeta. Sin embargo, no está nada claro que sean garantía suficiente para la estabilidad del país. De entrada no han servido para desalentar los ataques contra el rublo, en cuya defensa han debido emplearse más de 80.000 millones en lo que va de año, pero sobre todo no consiguen disimular la sensación de indefensión frente a la caída de precio del petróleo y de que no existen a corto plazo vías de escape alternativas a la de que vuelvan a subir. La espectacular subida de los tipos de interés por parte del Banco Central hasta el 17% (6,5 puntos de un tirón) significa que los problemas se multiplican y que las autoridades rusas van a hacer todo lo posible para evitar la fuga de capitales que amenaza con hundir todavía más la moneda.

Las amenazas sobre el rublo tienen diferentes procedencias, entre ellas las sanciones occidentales por el conflicto por Ucrania, pero sobre todo el cambio de orientación en la política monetaria norteamericana. Tuvimos un anticipo cuando a principios de este año la presidenta de la Reserva Federal especuló sobre la posibilidad de anticipar el comienzo de las restricciones monetarias en Estados Unidos y la subida de tipos de interés. La mayor parte de las monedas emergentes se vieron sacudidas por la noticia, entre ellas el rublo. Algunos países, como China, demostraron una gran resistencia, pero otros, como Argentina, acusaron el impacto con toda su crudeza. La crisis rusa pone de manifiesto que los fundamentos de su modelo económico, caracterizado por la permanente interferencia de la política en la economía, son más frágiles de lo que cabía esperar, pero también que la experiencia de desacoplamiento del conjunto de las economías emergentes (trayectorias independientes de los impulsos que se envían desde las economías más desarrolladas) podría verse gravemente amenazada por el retorno a la ortodoxia monetaria en Estados Unidos, por las expectativas de apreciación del dólar y por la evolución de los precios de las materias primas y la energía.

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