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La esquina

José Aguilar

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...Y la cruz de Rajoy

Rajoy confía en el indulto por los votos ya perdidos en 2015 y el perdón de los ciudadanospor la mejora de la economía

Si la gestión de Mariano Rajoy en materia de economía y empleo, la única que él ha decidido que le importa, aparece como la cara de su mandato que le permite hasta sacar pecho, la cruz sigue siendo la corrupción devastadora del PP, de la que se ha escondido una vez más esta semana, en su comparecencia como testigo ante la Audiencia Nacional. Se les fue vivo a sus acusadores.

Salió airoso del mal trago por el procedimiento de la negación. No a todo. Ni él cobró sobresueldos de la caja B del PP, ni sabe nada de que otros los cobraran, ni conoce a ningún empresario que pagase mordidas a su partido a cambio de contratos de su gobierno ni tiene conciencia de haber aparecido como avalista de cuentas de Luis Bárcenas en Suiza... Ni siquiera considera extraño haber dotado de secretaria, despacho y coche al tesorero corrupto cuando la Justicia cayó sobre él. Hasta desafió al sentido común cuando pretendió que creyéramos que la frase "Hacemos lo que podemos" dirigida a Bárcenas en el mismo contexto del "Sé fuerte, Luis" solamente "significa que no hicimos nada que pudiera perjudicar el proceso".

Mariano impartió en la Audiencia una comunión con ruedas de molino dirigida a los magistrados y a los ciudadanos en general. Con 31 años de permanencia en la ejecutiva nacional del PP, dirigiendo personalmente hasta cuatro campañas electorales y designando candidatos por doquier, ¿cabe pensar que nunca se enteró de dónde salía tantísimo dinero para las campañas y que sólo se ocupó todo el rato de la dirección política? Se contradijo en su propia comparecencia: dijo que cuando el tesorero Lapuerta le avisó de los tejemanejes de Correa, el capo de la Gürtel, decidió retirarlo de los contratos para actos del PP... nacional. No lo llevó a la Fiscalía, que es lo que correspondía a un dirigente que combate la corrupción, sino que lo apartó de su entorno. Y Correa continuó haciendo negocios con el PP valenciano y madrileño. Lo trasladó de ámbito, como hacía la Iglesia católica con los curas pederastas.

En fin, Mariano Rajoy estaba obligado a saber. No podía no saber, debido a la posición que ocupaba. Ahora, simplemente, confía en que su responsabilidad política en la metástasis de la corrupción del PP haya sido saldada: una parte, con la pérdida de la mayoría absoluta en diciembre de 2015; la otra a través del indulto de unos ciudadanos que se indignan menos cuando la economía va bien.

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