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Las dos orillas

José Joaquín León

Otro cuento de la buena pipa

HAY otro cuento que parece que nos van a contar, pero que nunca nos cuentan hasta el final. ¿Quieres que te lo cuente? Ni sí, ni no, sino todo lo contrario. Pero ¿quieres ? Por fin, te lo voy a contar. Este es el otro cuento de la buena pipa, el del final de ETA.

Han detenido a Txeroki, el jefe del aparato militar de los comandos etarras, en Cauterets, allende los Pirineos, un sitio precioso para esquiar y para un final de etapa del Tour. Si nos dicen que el tipo de la foto, conocido como Txeroki, ha atracado tres gasolineras, o ha participado en una vendetta de la Camorra, nos lo creemos también. Este muchacho tiene cara de delincuente común desde que nació. La detención es una gran noticia, nadie lo puede dudar. Pero la debemos poner en su sitio realista, porque esta gran noticia nos la han dado varias veces a lo largo de los últimos 30 años de democracia en España. ¿O no se había enterado usted nunca de que han detenido al jefe de los comandos de ETA en el sur de Francia? ¿Y cuántas cúpulas de etarras han caído? En fin, que esto se parece a lo ya contado.

Por si fuera poco, dicen que un tal Aitzol Iriondo será su sucesor. Tiene guasa que los etarras tengan ya planificadas las sucesiones, como si fueran los príncipes de la real casa del terror. El aparato, con la maquinaria sangrienta, seguirá funcionando a su modo, cada vez más debilitado y con responsables menos formados en la eficiencia de lo suyo, que es el crimen, pero con el mismo objetivo de matar por matar, a mayor gloria del terrorismo en las tierras vascas.

Mientras el sucesor se preparaba, supongo que Txeroki, como otros colegas que le precedieron en el aparato, entre fechorías y canalladas, se habrá preparado también para su próximo destino: la cárcel. Pues este individuo se habrá imaginado algunas veces que no le esperaba otra alternativa. Así es la locura esquizofrénica del terrorismo de ETA. No lleva a ningún objetivo político, sino a causar crímenes y atentados violentos para aumentar el dolor con nuevas víctimas, y para que los asesinos entren en las cárceles de uno en uno. Ahora con más dificultades para salir que su compañero De Juana.

¿Por qué no se cuenta, definitivamente, el final del cuento de la buena pipa de ETA? Porque no lo tiene. Descartada la vía de la negociación, cada vez más presionados por los gendarmes del amigo Sarkozy, enfrentados entre sí los dirigentes terroristas que pululan por las principales cárceles españolas, sin ideas ni proyectos realizables, ETA se morirá de asco algún día. Mientras, dejarán su tarjeta de visita con atentados que quizá ordenen los sucesores deTxeroki. Mientras, el Rubalcaba de guardia nos contará lo mismo. Así es este cuento de la buena pipa desde hace más de 30 años.

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