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pilar / larrondo

Entre culos anda el juego

LOS abanderados de las causas perdidas llevan tiempo gritando a los cuatro vientos que tienen nueva musa: Kim Kardashian. La estadounidense se ha convertido en el referente para esos que pelean porque dejen de verse a mujeres raquíticas desfilar sobre las pasarelas. No quieren chicas esqueléticas porque ni es sano ni representa al colectivo femenino, así que abogan por mujeres de las que llaman reales, con sus curvas a lo circuito de Fórmula 1. Por eso a la Kardashian la tienen en un pedestal.

Un busto exuberante, cinturita de avispa y un trasero de proporciones considerables le han valido a la que fuera reina de los realities convertirse en icono de la feminidad. Hasta sus posaderas han estado a punto de desbancar a las de Jennifer López. Si es que a la gente, cuando quiere ser más papista que el Papa, se le va un poco la cabeza. Kimmy, criaturas, no puede ser icono de nada. Bueno, tal vez la nombren Miss Mujer Comprimida gracias a los ceñidísimos modelos que se pone. Pero si hablamos de feminidad y lo que queremos es alabar su cuerpo por ser al que todas deberíamos adorar, yo tengo que negarme.

El culo de Kim Kardashian, de magnitudes desproporcionadas, no está al alcance de cualquier mujer y no, no es natural. Con vida propia, porque cada día que pasa parece haber crecido tres centímetros, el trasero de Kim no se corresponde al de una mujer de esas que quieren vender como reales. Y digo vender porque la muchacha es real, pero quieren que creamos que su realidad es la que debe ser para todas. Un culo más grande que la cubierta del Titanic te convierte en todo un referente de persona sana y a gusto con su cuerpo, unas piernas de alambre consiguen que lleguen a tacharte de enferma. Y ni el trasero de la una ni las patitas de la otra la convierten a una en nada de nada.

Que cada una tenga las dimensiones que le tocaron en el reparto -siempre que sean sanas-, y que, igual que no nos instan a que se nos marquen las costillas, tampoco nos intenten convencer de que tener un culo descomunal mola mogollón.

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