Los culpables, Sánchez y Feijóo

01 de septiembre 2024 - 03:09

No sé qué es lo que estropea más a las personas, si el ejercicio del poder o el ansia por conseguirlo. Lo uno y lo otro las deterioran moralmente y las arrasan intelectualmente. Las hacen irreconocibles hasta para las madres que los parieron y nutrieron sus fantásticos sueños juveniles.

La actual división frontal de la política española y su propia expresión formal grosera, gritona y bajuna dependen de muchos factores y tiene numerosos padres, pero los más reconocibles y obvios se llaman Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Si estuvieran hechos de otra pasta, si tuvieran otra calidad humana y altura política y si sufrieran menos problemas de inseguridad y ambición de poder, otro gallo le cantaría a España.

Ninguno de los dos está al frente de un partido vivo que debate, cuestiona y reflexiona –al modo del famoso intelectual colectivo–, sino al mando de una tropa de creyentes fervorosa de la obediencia debida. La única misión de dirigentes y militantes es ejecutar dócilmente las decisiones tomadas desde arriba, sean cuales sean, y defender las ideas que convengan en cada momento, aunque contradigan las del día anterior. Y defenderlas, cada vez más, con las mismas palabras que el Líder Máximo, como papagayos entusiastas e inanes.

Desde hace tiempo a los papagayos se les ha ordenado que, además de repetir las consignas al pie de la letra, ladren a un adversario que –insólito en un sistema democrático– se ha transformado en enemigo. Enemigo diabólico, se entiende: capaz de todo mal imaginable, incapaz de hacer nada bien. Enemigo, pues, a destruir si ello fuera posible. Esta misma semana, sin ir más lejos, se ha sabido que el Gobierno ha hecho tres cosas bien: aumentar los gastos de Defensa cooperando más con nuestros aliados de la OTAN, vetar la venta de Talgo a una compañía húngara vinculada a Putin y lograr que la UE no reconozca el trucado triunfo del tiranuelo de Venezuela. ¿Esperan ustedes que el PP apoye a Sánchez? Esperen sentados.

Desde la otra orilla, a Feijóo se le niega cualquier legitimidad. Es apocalíptico, reaccionario, ha caído en brazos de la ultraderecha (Vox rompió los gobiernos autonómicos con el PP hace semanas), si llega al poder destruirá la sanidad pública y liquidará los servicios sociales, rechaza la amnistía y la financiación singular de Cataluña sólo por desgastar a Sánchez...

Prietas las filas, el odio inducido.

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