Crónica personal

Pilar Cernuda

Si se cumple el pronóstico...

SI se cumple el pronóstico, si acierta el CIS, España será aún más nacionalista a partir del 1 de marzo. Se dirá que ya lo es, un PSC absolutamente nacionalistizado gobierna en Cataluña, el tripartito del País Vasco es nacionalista -Ezker Batua lo es indudablemente- y el PSdeG de Touriño está absolutamente condicionado por el BNG. Pero si se cumplen los pronósticos, a partir del 1 de marzo se agudizarán los principios nacionalistas al ser revalidados por las urnas.

Si los vascos siguen dando su confianza al PNV de forma mayoritaria, estarán indicando que no les molesta nada el compadreo con los radicales cercanos a ETA; y si los gallegos de nuevo votan masivamente a socialistas y bloqueros, estarán dando el visto bueno a una política, la de los últimos cuatro años, que ha convertido a Galicia en una región en la que la identidad gallega se ha aplicado con evidente desprecio a todo lo que significa España y la españolidad. Y no sólo respecto a la educación, que también, sino a otro tipo de aspectos, muchos de ellos ridículos, esperpénticos, que dicen muy poco en favor de quienes han aprobado determinadas leyes y normativas.

Pobre España la que estamos construyendo. El nacionalismo, que no tiene por qué ser despreciable, sino todo lo contrario, ha perdido sus esencias para identificarse cada vez más con la confrontación hacia el resto de España. Aunque ellos no dicen el resto de España, sino simplemente España, como si no formaran parte de ella, lo que ya dice mucho de su manera de ser, de pensar y de actuar. Pero lo peor es ver cómo un partido serio como el PSOE, o como su socio el PSC, ha tirado por tierra parte de sus principios, o lo mejor de sus principios, para echarse en brazos del nacionalismo que les garantizaba el Gobierno o la continuidad en el Gobierno. A eso se llama venderse por un plato de lentejas. El problema es que en los casos que nos ocupan los platos de lentejas han sido intragables en muchos aspectos. Los nacionalistas, crecidos por el sí bwana de sus socios, han ido subiendo el listón cada vez más hasta el punto de que por defender tanto lo propio han perdido lo mejor de un mundo en el que convivían pacífica y perfectamente avenidas culturas, tradiciones, lenguas y planteamientos.

Pobre España la que estamos construyendo. Con un clientelismo hacia los gobiernos nacionales que llena de estupor, cuando no de vergüenza, con ejemplos sobrados de entidades y ciudadanos que dejan atrás su trayectoria para garantizarse la subvención o el trato de favor. Por no hablar del chaqueterismo, de la aceptación de lo que nunca se había aceptado, de no plantar cara a exigencias que hasta entonces se consideraban discriminatorias e injustas.

Si se cumple lo previsto nos van a venir mal dadas. Pero cuando queramos reaccionar será muy tarde.

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