Nueve años se cumplen de que el Betis no iniciase un curso como ahora. En aquel verano de 2011, el Betis de Pepe Mel y de Rubén Castro ganaba sus dos primeros partidos con sendos goles del canario en Los Cármenes y como local al Mallorca que entonces gestionaba Lorenzo Serra. Pero la faena se agrandó ganando en San Mamés y derrotando en Heliópolis al Zaragoza en la mejor noche bética del paraguayo Roque Santa Cruz.
La visita el domingo del Real Madrid dificulta, sin duda, la tarea de igualar aquel arranque, pero las sensaciones son inmejorables. El bético se alegra porque ve que su equipo compite de la forma debida, porque aquella verbena que era su sistema defensivo ha dejado de serlo para comportarse de la manera que debe comportarse como se estila en Primera División. Y todo esto es conveniente matizarlo por los expeditos caminos que halló antes de arrancar a sudar.
Para empezar, ese penalti que habitualmente se le señalaba a Bartra, a Feddal o a Álex Moreno, el VAR se lo endosó al rival. Creo que la señalización de penaltis como el que sufrió el Valladolid desvirtúan el fútbol y hasta parece que lo ordena gente que nunca jugó a esto. A partir de ahí, alfombra roja que los jugones aprovecharon mediante un William imperial que será pieza fundamental para este Betis no más prosiga en esa senda de fútbol y de omnipresencia.
Y algo de todo esto, sobre todo en la fortificación defensiva, deberá ponerse en el haber de Pellegrini. Para lo bueno y para lo malo, el rol de un entrenador es determinante en el balance de un equipo de fútbol y el hecho de que una auténtica banda en manos de Rubi se haya convertido en un equipo con los mismos mimbres será por algo. Desde hace nueve años, el Betis no arrancaba así; entonces llegó la racha hasta la cuarta fecha, pero en esta tercera llega el Madrid, y...
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