Tribuna Económica

gumersindo Ruiz

El dedo roto

PASADA la moda de la prima de riesgo, aceptando que el déficit público tiene mal arreglo ya que no hay actividad y cae la recaudación, pero sí aumentan los gastos por desempleo, y que las reformas aumentan el paro y deprimen el consumo, llega la hora de hablar de la realidad, de la actividad productiva generadora de empleo estable.

Desde 2008 hasta ahora la industria ha caído en España un 25%, y Andalucía sigue los pasos del mercado nacional; además, cada vez se necesitan menos personas para producir lo mismo, y de los 38 millones empleados en las manufacturas en Europa en el año 2000, hoy sólo quedan 15 millones. Aun así, en Alemania hay 8 millones trabajando en la industria, 3,0 en Gran Bretaña, 3,3 en Francia y 2,1 millones en España, mostrando una relación clara entre más industria y menos paro. En España, y más en Andalucía, la ruina de la construcción arrastra a la industria, y afecta a los servicios de mantenimiento y otros vinculados a esa industria, que llegan a ser casi el 50% de los beneficios del sector.

El aumento de la exportación a países emergentes desde Europa es generalizado, y ha pasado del 15% al 25% en poco más de diez años, pero no es suficiente para compensar, sobre todo en España, los efectos de la recesión provocada en el mercado interno. Aquí no hay recuperación como en el resto de Europa, por el problema mencionado de la construcción, y las características de nuestras exportaciones industriales, que tienen poco efecto de arrastre sobre otros sectores nacionales. El coste de la mano de obra no es determinante y depende de la productividad, no al revés. En una comparación internacional el coste en España es de 28 dólares por hora, muy por debajo de Alemania, 48 dólares, Suiza, 60, o Noruega, 64; pero muy por encima de México, 6,5 dólares, o China, 2 dólares por hora. Más importante es que las inversiones en investigación en España sean sólo unos 20.000 millones de dólares, un tercio de lo que invierten las empresas en un país de nuestro tamaño como es Corea del Sur; así, en un año, de media, las empresas en España piden 4.000 patentes, y en Corea 179.000.

Dos conclusiones podemos sacar: la primera, que dentro de una política industrial europea hay que plantear y redefinir el papel de España, basando la competitividad de la industria en inversiones y en investigación, no en empobrecimiento de los trabajadores; la segunda, el sector de la construcción necesita ya un estímulo que tire de la industria y sus servicios, mientras toma forma y se consolida una nueva industria adaptada a nuestra capacidad dentro de un plan industrial europeo.

En la árida pero emotiva película El sabor de las cerezas, de Abbar Kiarostami, un personaje cuenta que un hombre va al médico porque está muy mal y le señala que cuando se toca la cabeza le duele, igual le pasa con el estómago, con la rodilla…; el médico le observa y le contesta que su cuerpo está bien, no le pasa nada, pero que tiene el dedo roto. Viendo esta ingenua historia, pensé que ya era hora de fijamos en lo que de verdad está roto en nuestra economía e intentar repararlo, más que apuntar aquí y allá, en unos análisis tan cortos de visión como inútiles.

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