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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La democracia, víctima de los ERE

El daño mayor causado por la corrupción es la animadversión e indiferencia ciudadanas hacia el sistema

La primera víctima de los ERE, además de los ciudadanos cuyos impuestos se han tan mal utilizado en esta asombrosa orgía de dinero público, es la democracia. Llámense ERE, Gürtel o caso Pujol, los escándalos de corrupción suscitan la desafección ciudadana hacia la política, los políticos y los partidos. Es decir, hacia el propio sistema político. La desafección no es lo mismo que el cabreo o el descontento. Estos suelen generar respuestas políticas, ya sea cambiando de voto o apoyando nuevas formaciones si los partidos llamados tradicionales no lo atienden, provocando remontadas espectaculares. Y esto, gusten más o menos los nuevos partidos populistas, sigue siendo política. El descontento no suele poner en cuestión ni el sistema de partidos ni la legitimidad democrática. La desafección, en cambio, provoca el alejamiento de la política.

El descontento para con los partidos tradicionales hace que las nuevas propuestas que logran grandes apoyos casi instantáneos sean radicales y con tintes populistas. Así ha sucedido con Podemos y Vox. El primero nació en marzo de 2014, solo tres meses más tarde captó 1.253.837 votos en las europeas que se convirtieron en 3.199.584 en las generales de 2015 y 3.227.123 en las de 2016, pasando solo a los dos años de su nacimiento a ocupar 43 escaños y convertirse en la tercera fuerza política. En el caso de Vox el partido pasó -tras el bombazo andaluz de 2018- de los nulos resultados en las generales de 2015 y 206 (58.114 y 47.182 votos, y cero escaños en ambos casos) a los espectaculares de abril (2.664.325 votos, 24 escaños) y noviembre (3.640.063 votos, 52 escaños) de 2019. El caso de Ciudadanos es distinto por forjarse y crecer en Cataluña antes de saltar a las Generales tras pasar por las europeas, las municipales y las autonómicas y por tratarse de un partido centrista; aun así, llama la atención que el hoy casi difunto partido irrumpiera en las Generales obteniendo 3.514.528 votos y 40 escaños en 2015.

La desafección, en cambio, supone falta de estima, indiferencia, desinterés, oposición o incluso malquerencia hacia la política, los políticos y los partidos, es decir, hacia el sistema, hacia la democracia, que se contemplan con un pesimismo cínico ("vienen a llevárselo", "todos son iguales") que implica una pasividad rencorosa y falta de participación. Y esto es muy grave, el daño mayor causado por la corrupción.

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