Superioridad manifiesta y triunfo más que justo del Sevilla ante un Betis que dio la impresión de haber soportado peor el confinamiento. Fue durante la mayor parte del pleito como una carrera entre un prototipo de fórmula uno y una carreta de tracción animal. Y aunque en el tramo final, mediante Joaquín y Lainez, maquilló el equipo bético algo su imagen, el derbi fue para el que más merecimientos hizo para conseguirlo.

Al descanso debe ir ganando ya el Sevilla. Dos obuses de Ocampos y sendas batallas aéreas ganadas por De Jong y Koundé han sido motivo suficiente para ir por delante en el marcador. Aun sin Banega, el equipo de Lopetegui se adueñó del balón y del juego ante un Betis que jugaba cortita y al pie para pasar completamente de inquietar a Vaclik. Aleñá, Canales y Tello eran figuras decorativas y Fekir se veía como un islote rodeado de sevillistas por todas partes y sin opción a algo.

En la segunda parte introduce Rubi un cambio en defensa y resulta que le cayeron dos goles en un suspiro. Un penalti de esos que se pitan cuando hay ganas de pitarlo fue el salvoconducto del Sevilla para hacerse con el derbi. Un penalti que me pareció penalti, pero de los que pasan desapercibidos en bastantes ocasiones. Seis minutos después, Navas ve una autopista por delante y todo acaba en testarazo de Fernando a la red para decidir el pleito con antelación.

En este rincón y en uno de esos artículos de fútbol ficción me hacía una reflexión y era que el confinamiento podría demostrar qué plantilla hizo las cosas mejor. Y a la primera ocasión me encuentro conque el tono físico del Sevilla me pareció como a una distancia sideral del que mostró el Betis. Quizá lo mejor para los de Rubi haya sido la parquedad del resultado ante un equipo que difícilmente va a abdicar de esa espléndida tercera plaza que disfruta en la tabla clasificatoria.