La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La derecha se enreda con los cuernos

Vox tiene a Morante, el PP a Miguel Abellán y sólo falta que Talavante se arrime a Podemos

Aznar se rodeó de Norma Duval y Julio Iglesias en los años noventa, cuando la derecha concurría unida a las elecciones y la gente guapa, de champú y labios gordos, sustituía a la ya ajada beautiful people del PSOE. Los toros no entraban entonces en campaña por mucho que no faltaran pitones escobillados y aviesas embestidas. Era frecuente entonces la presencia de socialistas en las localidades de pescuezo. Hasta se dio el caso de un consejero de la Junta que ocupaba un burladero de postín en Sevilla cuando se vio venir nada menos que a un miura que saltó al callejón y se quedó allí empotrado. Pero nadie entraba en campaña por asuntos taurinos desde que Pepe el Algabeño lució el Arriba España en la muleta o Manolo Bienvenida el Viva España en la suya, pero eso ocurrió en la España en blanco y negro. Desde que Santiago Abascal tiene la exclusiva de Morante de la Puebla, los toros han saltado al ruedo de la política. El de la barba afilada cultiva el morantismo haciendo hasta de portavoz oficial del matador cuando hay fuego en la finca. Los de Vox han triunfado al meter los toros y la caza en el debate. De contar con deportistas y actores hemos pasado a fichar toreros. Debe ser cosa del rearme ideológico. Más de veinte años después de los mítines noventeros con glamour del tío del bigote (Linimento Aznar), Albert Rivera lo mismo se deja ver en un burladero del callejón de la plaza de Sevilla, que cena en Córdoba con Finito... o dice que no le gustan los toros. Pablo Casado se lleva a Miguel Abellán a la convención nacional y difunde en las redes sociales sus alabanzas al "maestro". Nos falta ver a Talavante en Podemos. O que empiecen a entrar los banderilleros y picadores, que los matadores son de ir acompañados de sus respectivas cuadrillas. Estamos a un paso de que los programas electorales prometan la unificación de los reglamentos, que ya se sabe que la España de las autonomías tiene una medida para las varas de picar en una región y otra distinta en otra. O que obliguen a que los toros embistan, que es de lo que se trata. Hubo un empresario y ganadero muy conocido en Sevilla al que se acercaron con adulaciones sobre sus triunfos. "El Rey ha estado en tu empresa y la cuenta de resultados se te dispara. ¿Qué es lo que te falta?". Y el buen hombre, oliendo cierta ojana en el ramillete de elogios, acertó a contestar: "Que me embista un toro en la Maestranza". Estamos a un paso de manoletina de obligar a que los toros metan la cara con fijeza y nobleza en la muleta. No falla. Es llegar al poder y aparecen los cuernos, dicho sea sin segundas.

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