El previsible ascenso de la abstención, los votos en blanco y las opciones más radicales, como Vox, no harán demasiada mella en la victoria del partido que gobierna en Andalucía desde hace casi cuatro décadas, nos señalan las encuestas. La penetración del Psoe andaluz en la estructura social es tal que muchas familias sevillanas trabajan para la administración o tienen algún miembro vinculado a ella de un modo u otro. Y no hay que morder la mano que te da de comer, nos decían los padres, así que este 2 de diciembre probablemente sea otro día de la marmota, como en el anuncio de la lotería de Navidad que interpreta el gran actor Luis Bermejo. Una jornada en la que, con ligeras variaciones en los gráficos, los diagramas de barras, los quesitos y demás porcentajes, el orden seguirá siendo invariablemente el mismo.

Uno de los asuntos que acongoja de este sistema -supongo que en Galicia o Valencia será igual con otras siglas- es la repetición de apellidos en los distintos estratos de la administración, y especialmente en el entramado de fundaciones, empresas públicas y organismos adscritos.

Exaspera la cantidad de parientes y afines colocados en puestos que un día fueron de confianza y acabaron siendo vitalicios, el modo en que han bloqueado la promoción o la llegada al empleo de profesionales mejor preparados y, sobre todo, el que años después del trato de favor que les abrió la puerta no hayan tenido el pundonor de aprender el oficio, ni siquiera las normas de la gramática. Pero el vaso de mi paciencia rebosa ante las faltas de ortografía de quienes nunca se verán ante el trance del despido o el expediente de regulación como quienes trabajan en la privada o son autónomos.

Muchos funcionarios honestos nos recuerdan que resulta muy duro trabajar el doble por todos los ineptos que no están cualificados para ocupar el puesto que en teoría desempeñan, o cómo son opacados para que brillen los adeptos al régimen.

No digo que estas prácticas sean connaturales al colectivo que gobierna pero a fuerza de no tener quien las replique ni conteste la mediocridad se ha extendido por nuestro soleado sur como un cangrejo invasor. Y ahora gracias a esas redes sociales, donde cualquier comentario presidencial es tuiteado, jaleado e instagrameado, lo huero se disfraza de verdad o provoca el sonrojo.

Confieso que espero con mucho más interés las elecciones del 13 de diciembre para renovar la dirección de la Real Academia Española (RAE), con candidatos como el jurista Santiago Muñoz Machado o el físico José Manuel Sánchez Ron. Ahí sí que daría gusto poder votar y, desde luego, escuchar sus debates.