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En tránsito

eduardo / jordá

Otro desastre

CONTABA el escritor Sergi Pàmies que el editor Jaume Vallcorba (muerto este mes de agosto) se pasó años yendo a visitar a políticos y a programadores educativos. Vallcorba -uno de los más grandes humanistas que hemos tenido- no podía soportar que nuestro sistema educativo fracasara una y otra vez a la hora de convertir a los alumnos en buenos lectores -lectores lúcidos, lectores críticos, lectores imaginativos-, y por eso se empeñaba en convencer a los políticos para que cambiaran de arriba abajo nuestro modelo de enseñanza. Vallcorba creía -y con razón- que no podía existir una sociedad inteligente si los niños no alcanzaban muy pronto un buen nivel de comprensión lectora, cosa que no ocurre en absoluto en nuestras escuelas. Pero nadie quiso escuchar a Vallcorba, así que todos sus intentos de mejorar nuestro sistema educativo -y por lo tanto nuestra sociedad- fueron saboteados por quienes deberían haber hecho justo lo contrario. Y escribo el verbo "sabotear" a conciencia, porque algún día habrá que enjuiciar, al menos intelectualmente, a estos políticos que han derrochado millones de euros en dinero público a cambio de obtener los resultados más calamitosos de Europa.

Ahora mismo se acaba de saber que España es el país europeo con más jóvenes que ni estudian ni trabajan, otro récord para estar orgullosos en el país que ha aprobado más leyes educativas en todo el mundo civilizado. Pero aquí lo único que preocupa son los recortes presupuestarios o las clases de religión, ya que somos especialistas en centrarnos en lo accesorio y olvidar lo fundamental. Y los recortes, nos guste o no, son cuestiones accesorias si el modelo global está mal planteado (y por supuesto que no estoy de acuerdo con ellos). Porque el verdadero problema es que nuestro modelo educativo funciona mal desde la escuela primaria a la universidad, y desde la forma de seleccionar a los profesores hasta los temarios absurdos y la distribución disparatada en un sinfín de asignaturas, sin olvidar la edad en que los alumnos deben pasar del colegio al instituto (a los doce años, todo un disparate que crea angustia a los niños que temen el traslado a un colegio de "mayores").

Pero ésas son las cosas que todo el mundo olvida cuando habla de educación. Y nadie se preocupa de buscar un gran pacto educativo que cambie las cosas de arriba abajo. Y que empiece por enseñar a leer de verdad -leer disfrutando, leer comprendiendo-, como quería Jaume Vallcorba, el editor de Acantilado.

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