La ventana

Luis Carlos Peris

lcperis@diariodesevilla.es

Cuánto nos desempolvan los nietos

Los nietos les cambian la vida a los abuelos y sobre todo aparecen para motorizar unas vidas de las que ya no se espera gran cosa. Un nieto es una bendición que, además, te desempolva cuestiones que estaban olvidadas y que, claro, jamás podíamos pensar en que fuesen a volver. Muchas son nimiedades, pero se recuerdan con agrado y también contribuyen a vigorizar una vida que languidecía como con prisas. Y ayer, un servidor revivió el Domund, ese domingo mundial de las misiones que teníamos aparcado en lo más recóndito de nuestro arcano. Vino mi nieto con la hucha para que el abuelo se justificase y al abuelo se le vino a la memoria cómo hace una eternidad en los Maristas nos daban un chinito o un negrito de porcelana con una raja en la cabeza por donde depositar el óbolo. Hoy la hucha no es así y seguro que de esa forma no hay quien tache de racista al portador.

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