análisis

Fernando Faces

El desgobierno europeo

Alemania sigue obcecada en germanizar Europa en vez de liberarla y no está dispuesta ni a perder más tiempo, ni a arriesgar o transferir parte de su riqueza y renta a unos países periféricos y manirrotos

LA última réplica del seísmo provocado por la deuda pública europea ha alcanzado, en Italia, los máximos en la escala de Richter. Nuevos temores amenazan a Europa: crisis financiera y cambios de gobierno en Grecia e Italia, rumores de una Europa a dos velocidades, y anuncio de la Comisión Económica Europea de una nueva desaceleración de la economía en 2012. La crisis financiera ha mutado en crisis política, institucional y social. Caen los gobiernos en Grecia e Italia y en el resto de los países europeos los gobernantes ponen sus barbas a remojar. Los temblores del seísmo financiero europeo van en aumento ante la parálisis de los dirigentes europeos y la falta de liderazgo del eje París-Berlín.

Tras la quiebra de Lehman Brothers, algunos políticos europeos, abanderados por Nicolas Sarozy anunciaron, con grandilocuencia, que era necesario poner límites a los excesos de los mercados y a la codicia de los financieros, y que era preciso refundar el sistema capitalista. Tras cuatro años de crisis, paradójicamente, son los mercados financieros los que están poniendo límites a los excesos de los políticos despilfarradores, dictándole los deberes y escribiéndoles la hoja de ruta de austeridad y reformas estructurales que deben de seguir. La presión de los mercados financieros es la causante del destronamiento de políticos incumplidores, mentirosos y despilfarradores, como Silvio Berlusconi y Yorgos Papandreu.

La desconfianza en los políticos está llegando a sus límites, y la única manera de recuperar la confianza de los inversores y prestamistas exteriores es apartarlos del poder y sustituirlos por profesionales con profundo conocimiento de la economía. Lucas Papademus, ex presidente del BCE y ex gobernador del Banco de Grecia, y Mario Monti, prestigioso economista sin afiliación política y ex comisario europeo, los relevarán en el poder. En la situación extrema en la que vive Europa y con la merecida desconfianza que se cierne sobre los políticos, los mercados financieros toman la decisión de que los tecnócratas se hagan con el poder, temporalmente.

De los acuerdos de la última cumbre europea -quita a la deuda pública griega (50%), nuevo plan de rescate (130.000 millones de euros), ampliación y flexibilización del Fondo de Estabilidad Financiera (440.000 millones de euros) y recapitalización bancaria- tan sólo este último se ha concretado. Ha pasado el tiempo y estos acuerdos son ya insuficientes. Italia es demasiado grande para ser rescatada. Su situación es crítica, ya que la prima de riesgo de su deuda pública (590.000 puntos básicos) ha sobrepasado el límite que provocó las intervenciones de Grecia, Irlanda y Portugal. La potencia de fuego del no nacido Fondo de Rescate es insuficiente para los casi dos billones de la deuda pública italiana. Es posible que el nuevo, y coyuntural, Gobierno, liderado por Mario Monti, calme temporalmente los mercados, pero no será suficiente. Ya no valen las palabras y las promesas. En el día de ayer el Senado italiano ratificó la Ley de Estabilidad y el paquete de reformas propuestas por Silvio Berlusconi. El nuevo Gobierno debe de aplicar, rápida y rigurosamente, los recortes presupuestarios y las reformas que demanda Bruselas. Con las próximas elecciones vendrán nuevos tiempos de incertidumbre.

Francia amenazada

Pero quizás, lo más preocupante, es que la crisis de la deuda ha alcanzado al núcleo de la UE; la prima de riesgo de Francia y Austria han alcanzado los 170 y 350 puntos básicos. La directora del FMI, Christine Lagarde, temiendo un contagio a la economía global y una segunda fase de recesión mundial, visita estos días a los países emergentes (China, Rusia y otros), mendigando ayuda financiera para Europa. Son países austeros que han vivido por debajo de sus posibilidades y que disponen de excedentes de ahorro y cuantiosas reservas de divisas en dólares. Estos países están dispuestos a ayudar a Europa siempre que sea a través del FMI, con la condición de que la ayuda se extienda a otros países además de Europa. A cambio, exigen más cuota de poder en el FMI y en otros organismos internacionales a costa de la ostentada por Europa y Estados Unidos. Nada es gratuito. La solidaridad internacional siempre es interesada. Por ello, es previsible que en los próximos años asistamos a cambios profundos en el mapa geopolítico y de poder internacional.

La situación en la que se encuentra Europa, con una crisis de endeudamiento que se agrava por minutos, unos instrumentos insuficientes (fondo de rescate) o condicionados (países emergentes), determina que cada vez seamos más los que opinamos que a corto plazo la única solución es permitir que el BCE pueda comprar deuda pública sin límite y que actúe como prestamista de última instancia, al igual que los bancos centrales de Estados Unidos o Inglaterra. Soy consciente de que esta actuación va en contra de sus propios estatutos y que Alemania, estigmatizada por la inflación que padeció en 1923, se opone frontalmente. Pero, al final, tendrá que ceder si ésta es la única manera de evitar la implosión de Europa y una segunda fase de la gran recesión europea y mundial. La supervivencia de la Unión Europea y la Eurozona justifican la suspensión, temporal, de unas normas y reglas que se diseñaron y son adecuadas en tiempos de bonanza.

tres velocidades

Los rumores de una Europa a dos y a tres velocidades, aunque desmentidos por Alemania y Francia, han generado la preocupación y reacción de la Comisión Europea y del resto de los países. Alemania, Francia y los países del Benelux podrían estar explorando y evaluando la viabilidad y costos de este insólito escenario. La necesidad de profundas reformas en los tratados europeos es una frase cada vez más frecuente en las comparecencias del eje Merkozy. Dos áreas monetarias, de primera y segunda categoría. En la primera, liderada por Alemania, estarían aquellos países de la Eurozona que quieran y puedan soportar las exigencias germanas y las obligadas transferencias de soberanía económica y presupuestaria. En la segunda estarían el resto de los países de la Eurozona (Grecia, Portugal, Irlanda, Italia y ¿España?). En la tercera participarían aquellos países de la Unión Europea que todavía no han accedido a la Unión Monetaria. La Europa a varias velocidades es una idea descabellada que supondría la destrucción de todo lo construido en los últimos sesenta años, incluido el mercado único. Según un estudio de Barclays Bank, citado por el comisario Durao Barroso, la Europa a varias velocidades tendría un costo superior a los cinco billones de euros, el 50% del PIB europeo, además de la quiebra de la totalidad del sistema bancario y la depresión económica de Europa.

Una segunda alternativa sería crear una Eurozona a dos velocidades, manteniendo el euro como moneda única, con en un primer grupo de países liderados por Alemania, que avanzaría rápidamente en la cesión de soberanía e integración presupuestaria, económica y laboral, y la creación de un Tesoro o Ministerio de finanzas único, y otro, compuesto por el resto de países, que no pudieran o no quisieran aceptar el costo político, económico y social de una intensa integración, con pérdida de soberanía.

Alemania sigue obcecada en germanizar, en vez de liberar, Europa, y no está dispuesta ni a perder más tiempo, ni a arriesgar o transferir parte de su riqueza y renta a unos países periféricos, irresponsables y manirrotos sobre los que aún no tiene control. Bruselas rechaza cualquiera de estas alternativas y proclama que la única que no pone en riesgo la desmembración de Europa, es la de avanzar en la gobernanza económica de una única Unión Europea con transferencias progresivas de soberanía, rigurosas reglas de juego, controles, disciplina y penalizaciones para los países incumplidores. Tiempos turbulentos en los que nos jugamos todo lo conseguido en los últimos sesenta años, que precisan de grandes estadistas, responsables, y sobre todo, con sentido común.

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