Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Antes y después

Todo irá volviendo a una relativa normalidad; el problema es que no sabemos cómo de relativa va a ser

Los sevillanos que tenemos edad para ello dividimos la historia reciente de la ciudad en dos grandes etapas: antes de la Expo y después de la Expo. No es para menos. Lo ocurrido en torno a la muestra universal del 92 nos cambió la Sevilla que pisábamos y nos descubrió una que no pisábamos y de cuya existencia teníamos referencias más o menos vagas: la Cartuja, Santa Justa... De hecho, pensábamos que, con la Resolana, la calle Torneo de entonces y la ronda histórica teníamos algo parecido a una circunvalación y que el río acababa en Chapina porque si no las riadas volverían a ser lo que está grabado en la memoria de las desgracias de la ciudad.

Ahora a veces pienso que dentro de unos años no nos quedará otra que dividir la historia de Sevilla en antes y después de la epidemia que nos ha llevado en el inicio de la tercera década del siglo XXI a despertar a bastantes de nuestros fantasmas. Y esta vez no va a ser para bien. No sé cuánto tiempo vamos a tardar en recuperar el pulso, pero la Sevilla de estos primeros meses no tiene nada que ver con la que dejamos atrás. El centro, que era reflejo de esa vitalidad, se ha quedado con encefalograma plano: muchos bares cerrados todavía, tiendas a medio gas y prisas y miradas esquivas detrás de las mascarillas. El teletrabajo ha vaciado las calles y sobre todo las ha vaciado la desaparición radical del turismo y el miedo que sigue siendo el dueño de ellas. Se echan de menos -ya lo creo que se echan- las colas de turistas dándole la vuelta al Alcázar y las terrazas atestadas de guiris a horas que para los sevillanos son intempestivas.

Todo irá volviendo poco a poco a una relativa normalidad. Sobre eso no existen grandes dudas. El problema está en que todavía no sabemos cómo de relativa va a ser esa normalidad y si estamos preparados para afrontarla. La ciudad entera es consciente de que algo se ha roto y de que volver a pegar los trozos va a costar trabajo. Encontrar los pedazos, ponerlos en orden y, sobre todo, acertar con el pegamento es la tarea más importante que ahora tenemos por entre manos. La Historia nos enseña que henos sabido salir de otras situaciones también muy complicadas. Desde el cierre de la Casa de Contratación, que empequeñeció a la ciudad que había sido la capital del mundo, hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria de hace poco más de diez años.

Ahora tenemos una dificultad añadida. Lo que ha pasado, una pandemia capaz de destrozar en unos pocos días todo un sistema económico y social, era algo para lo que nadie estaba preparado. Pero la capacidad de adaptación y superación es lo que nos hace humanos.

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