¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Que devuelvan al señor ministro al corral

Las palabras de Rodríguez Uribes revelan cuáles son las intenciones del Gobierno respecto a la tauromaquia

Supimos del Club Taurino de Londres por un reportaje publicado en el desaparecido Blanco y Negro, hace ya más de tres décadas. El texto, cuyo autor no recordamos, finalizaba describiendo la despedida que uno de los miembros de tan selecta peña le dedicó al periodista antes de coger el taxi: una detenida media verónica de salón ejecutada entre la niebla londinense. Eso fue antes de conocer a Robert Goodwin, hispanista, sevillanófilo y aficionado cabal, quien alguna vez acudió a las reuniones del club, celebradas entre pintas de Foster y olés con sordina. Fue él quien nos contó del entusiasmo de los taurinos británicos, pocos pero valientes, como los casacas rojas de Michael Caine en Zulú. Por lo que hemos indagado, esta institución debe seguir gozando de buena salud, porque acaba de editar el número 256 de su revista La Divisa, pujanza que choca con el declinar de la Fiesta en España, cuyo ministro de Cultura -máximo responsable político de la cosa cornúpeta-, el desconocidísimo José Manuel Rodríguez Uribes, se permite el lujo de afirmar en un periódico, en respuesta a una pregunta del diestro Pablo Aguado, que "no debe fomentar ni recomendar ir a los toros". Al leer estas palabras es difícil no recordar el diálogo que el Belmonte de Chaves Nogales mantiene con el miedo: "¿Para qué te juegas la vida en los toros, si los van a prohibir los socialistas?", le dice la jindama al maestro sevillano en lo que se puede considerar una profecía que está a punto de cumplirse.

Todo el mundo sabe que Rodríguez Uribes llegó al sillón sin tener ni idea de toros ni de teatro ni de teoría de la sardana, y que su presencia en el Consejo de Ministros se debe más a los equilibrios e intereses del gobierno Frankenstein que a sus capacidades como gestor cultural. Puede disculparse pero, al menos, su excelencia debería limitarse a posar sonriente (como hace la consejera Del Pozo) y evitar decir memeces que perjudiquen a los que se supone debe beneficiar y proteger, como son esas miles de personas que viven material o espiritualmente de los toros (mayorales, veterinarios, subalternos, monosabios, señoritos, picadores, periodistas, sastres, espontáneos, sablistas de entradas, imitadores de Juncal, etcétera). Nos queda el consuelo de que estas torpes palabras nos revelan cuáles son las intenciones del Ejecutivo respecto a la tauromaquia. Como mínimo matarla de inanición. Nadie podrá decir que no estaba avisado. ¿Acabarán los taurinos españoles como los londinenses, reunidos en la semiclandestinidad de un pub, practicando el toreo de salón en la madrugada y ahorrando para viajar a México o Perú para poder ver una corrida? Rodríguez Uribes se merece que le saquen los cabestros y lo devuelvan al corral.

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