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Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

El día después

Sevilla va a tener que reinventarse y explorar caminos que hasta ahora ha dejado de lado para centrarse en lo fácil

éste va a ser el Domingo de Ramos más extraño de su vida. Si ha nacido aquí o lleva viviendo en Sevilla los suficientes años, nadie le tiene que explicar que el que amanece hoy es uno de los días más grandes del año. Un día en el que de forma instintiva se busca la calle, cada uno las suyas, y se recorren cargados con la mochila de la memoria. De la Plaza de España al Salvador, de la Campana a San Julián o de Molviedro al Puente de Triana, hoy tocaba encontrarse con la ciudad que cada uno sueña durante todo un año. Por eso este Domingo de Ramos es tan especial, porque el vacío, cargado de encierro y pesadumbre, que hoy nos toca vivir nos muestra el tiempo que está por llegar, con toda su carga de dramatismo.

Sevilla se está preparando ya para el día después. Hace bien el alcalde Juan Espadas en crear un grupo de trabajo que prepare a la ciudad para cuando la angustia de los contagios y las muertes quede atrás y empiece la de un día a día que no va a ser fácil. Hace bien también en pedir competencias para poder gastar todos los recursos disponibles en ayudar a crear desde el Ayuntamiento todo el empleo posible. Porque, no nos engañemos, a Sevilla esta epidemia le va a pegar un golpe duro, más que a otras ciudades, y va a necesitar muchos esfuerzos para aminorar sus efectos. Vivíamos en una especie de mundo feliz lleno de hoteles y de bares y pensábamos que el maná de las colas para entrar en el Alcázar, que llegaban desde la Puerta del León hasta la Plaza de la Alianza, no se iba a acabar nunca y que ya siempre tendríamos que ir por muchas calles caminando en fila india por el estrecho pasillo que nos dejaban los veladores.

Pero cuando las durísimas estadísticas de los hospitales y los cementerios vayan quedando atrás no será el momento de lamentarse, sino de ponernos en serio a reinventarnos. El turismo, por lo menos tal y como lo hemos conocido en los últimos años, no volverá de forma inmediata y jugar con esa hipótesis sería hacernos trampa. Habrá que explorar otros caminos que no hemos cogido porque nos hemos ido a lo más fácil. Esos caminos están ahí y tienen que ver con el conocimiento y la tecnología. Sin dejar de lado, claro, que cuando las cosas se normalicen Sevilla volverá a ser un destino de ensueño y una marca potente que nos colocará en el mundo.

Eso está tan claro como que dentro un año recuperaremos el Domingo de Ramos que el maldito virus nos ha robado y volveremos a las calles, que es donde los sevillanos sabemos vivir de verdad nuestra ciudad.

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