La ciudad y los días

Carlos Colón

El día de la madre

El Señor en cuyas manos está el poder y la Virgen por la que los reyes reinan: el díptico más sevillano

Mi padre -que muchos años asistió a la misa de las cinco y media de la mañana, la primera que se dice ante la Virgen el 15 de agosto, y no faltó ningún viernes a San Lorenzo- me enseñó que el Gran Poder y la Virgen de los Reyes forman el más sevillano díptico. En su despacho tenía un pequeño marco doble con las dos imágenes. Quienes desconocen las realidades más hondas o las valoran al peso dirían que lo forman el Gran Poder y la Macarena por ser, en número de devotos y hermanos, las devociones mayoritarias de la ciudad. Pero no es así. Tal vez porque el Gran Poder y la Esperanza son demasiado poderosos, y por ello fieramente independientes. O tal vez porque el que sean transmitidas sobre todo por abuelas y madres aúne las devociones al Señor y a la Virgen de los Reyes. Un leiquero fotografió a mi abuela y mi madre volviendo de la procesión el 15 de agosto de 1952. Fue la primera vez que me llevó a verla. No en brazos o de la mano, sino en ella: nací 23 días después. Y hasta el final de su vida la llevó mi hermano al besamanos. Hoy, no el 5 de mayo, es el día de la madre en Sevilla.

Parecerían distantes la discreta devoción a la sabia y sonriente Patrona y la tan visible devoción al Señor que llena la Basílica los viernes de agosto como si fueran de cuaresma. Parecería que mientras la devoción al Señor es una permanente vigilia, la de la Virgen de los Reyes dormita todo el año para despertar -besamanos, novena, procesión, octava y besamanos- cada agosto. No es cierto. La devoción a la vecina viva más antigua de Sevilla -porque la devoción es la vida de las sagradas imágenes- mantiene todo el año su existencia callada y honda en los corazones y las memorias de muchos sevillanos.

Bien lo saben los dos curas de San Lorenzo. Primero el cura Paco, no sólo por la precedencia debida a su condición de señor párroco de San Lorenzo, sino porque nació un 15 de agosto, su madre, por lo señalado de la fecha y ser mucho de la Virgen, le puso Francisco de los Reyes y con esa dulce fuerza que sólo las madres tienen tan bien le inculcó la devoción que cuando celebró sus bodas de plata sacerdotales repartió un díptico que hermanaba sus dos devociones: el Gran Poder y la Virgen de los Reyes. Y después Borja Medina, rector de la Basílica del Señor, que este año ha tenido el honor de predicar la novena de la Virgen a cuyas plantas se postra Sevilla desde que San Fernando nos la dio hace 770 años.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios