Amanece el día que posiblemente contenga más literatura de todo el verano a la par que despierta una sobredosis de inquietud por lo que vayan a alcanzar los termómetros. El día de San Lorenzo es el más emblemático de una canícula que en este año de mercurios desatados en toda Europa está comportándose conmiserativamente con nosotros. Verano bondadoso, sin noches donde la barrera del insomnio nos haya hecho pasarlas en vela, dando vueltas en la cama y sin saber cómo ponernos. Esperemos que en este San Lorenzo no nos acordemos de la parrilla donde asaron al santo, que por lo pronto se retrasan las Perseidas a la madrugada del martes 13, lagarto, lagarto. Esa lluvia de estrellas fugaces que son las Perseidas tomaron el nombre de Lágrimas de San Lorenzo y se han retrasado, pero hoy amanece el día más temido y cantado, que Dios reparta suerte.