las dos orillas

José Joaquín León

Lo que diga Draghi

OTROS años, en este primer fin de semana de agosto, la ciudadanía estaría bronceándose en la playa la mar de tranquila, con la Familia Real en Marivent regateando, el presidente aburrido en Doñana, etcétera. Otros años todavía se hablaría de los ecos victoriosos de La Roja, o de las figuritas de La Rojita con su fracaso olímpico, o del medallero (¿se acuerdan de Barcelona 92?) discutiendo si las medallas son de la Milagrosa. Otros años aparecería en portada una plaga de medusas en las playas mediterráneas. Pero ahora aparece Draghi, que es peor. Más mala leche tiene que las medusas que pican por ahí.

Vivimos en un mundo raro, irreconocible, donde ya no importa lo que importaba. Nada de fichajes de la pretemporada, ni de trofeos veraniegos. Ni siquiera importa lo que digan Rajoy y Griñán, que un día se hacen una foto juntos en la Moncloa y al siguiente se le subleva. Ahora lo que importa es lo que diga el señor Draghi, un artista desde hace muchos años, según denota su biografía curricular. Draghi dice un día que el Banco Central Europeo ayudará a España, y sólo por decirlo se baja la prima de riesgo como si fuera el mástil de la bandera. O bien otro día dice digo donde dijo Draghi, y añade que va a comprar un tararí para ti; y haces el primo, y se te pone empinada hasta lo más alto, con la prima de riesgo en más de 600 puntos. De pronto, sólo por lo que dice este señor encantador. Lo peor es que él dice algo y luego lo contrario, no por su gusto, sino porque es otro mandado de la señora Merkel. Ella es quien permite que las primas vayan hacia abajo o hacia arriba, según si es una prima alemana o no.

¿De dónde ha salido Draghi? Resulta que no es alemán como la señora Merkel, sino italiano como Monti, incluso se llama Mario. Y mira como lo disimula. Siendo italiano de Roma podría ser más condescendiente con el mundo latino, que le importa un pepino (¿se acuerdan de la crisis del pepino?, también con los alemanes).

Venía Draghi de ser gobernador del Banco de Italia, una especie de Fernández Ordóñez romano, pero al revés según parece, pues al gobernador de aquí lo pusieron como los trapos sucios y a este Draghi (que tampoco llevó a Italia a la cúspide del euro) lo ascendieron para que diga lo que interesa. Antes fue vicepresidente para Europa de Goldman Sachs y tiene la leyenda urbana de haber sido el que enseñó a Karamanlis para trampear la deuda de Grecia.

Este Draghi, si dijera algo bueno, haría que la prima española bajara mañana mismo, como si fuera una primita alemana. Pero no depende de él, sino de lo que le diga doña Angela. La prima española está ya como loca. Y el hombre del saco europeo esperando a ver si la rescata, aunque después de echar la prima a los tiburones.

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