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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los diputados del mangazo del blablacar

Bastaba con aplicar esa enseñanza de siempre que consiste en no subir extraños al coche

Debe ser cosa de la tan cacareada crisis de valores. De otra manera no se entiende. Los valores te protegen como los desodorantes: 24 horas. ¡Cuánto daño, por cierto, hacen estas promociones! Cuando uno viaja en el 27 se da cuenta verdaderamente de que el personal se cree lo de las 24 y hasta lo de las 48 horas de duración de algunos productos de higiene corporal. A perros muertos huelen algunos y no es por culpa de Tussam. Los valores son esos criterios por los que uno tiene la mala costumbre de ducharse a diario, usar el usted por respeto a quien lo merece por edad, sabiduría y gobierno, coger el tenedor como se debe emplear y no como si fuera el palillo de un tambor, no viajar a sitios donde uno tenga que alojarse en condiciones peores que en su casa y, sobre todo, no hablar con extraños. La confianza, como las buenas paellas, necesita tiempo. Ay, lo de los extraños. El blablacar es la venta de la intimidad para ahorrar costes. Dos diputados de la Cámara Andaluza han caído por usar el blablacar al mismo tiempo que cobraban las dietas por los viajes. Si hubieran aplicado el dicho de las antiguas abuelas no les habría pasado. No se sube al coche ni se deja entrar en casa a desconocidos. Si hasta a muchos les costaba trabajo y les sigue costando dar la paz en misa a gente que no conoce de absolutamente nada. ¡Qué manía con el manoseo y el toqueteo! Ocurre como con la asquerosidad de comer del mismo plato, o la del amigote de turno que se ofrece a servirte más ensaladilla y el tío lo hace con su tenedor recién chupado. El otro día una camarera del José Luis atendió a dos clientes. "Nos pone dos ensaladillas". Y la señora gritó a cocina: "¡Media de ensaladilla!". "Oiga, que le he dicho dos tapas, no un plato común". Por higiene, por decoro, porque usted ignora qué grado de confianza tienen entre ellos dos clientes. Los excesos de confianza se pagan. Pero está mal vista la restricción. Tiene mala prensa en la sociedad buenista de hoy porque se confunde la prudencia con la altivez. Pero, al final, lo que nos habían enseñado para toda la vida resulta que es válido... para toda la vida. Los dos listillos, señores diputados de Ciudadanos y Adelante Andalucía respectivamente, han caído por sendos micromangazos de los que se hubieran blindado con sólo aplicar eso de no subir extraños al coche. Si quieren un viaje ameno, como alguno ha explicado, que hubieran sintonizado el canal clásico de Radio Nacional de España. Que te cojan por un micromangazo es verdaderamente sonrojante. En el fondo ambos se han puesto precio. Se han retratado. Eso con Tussam no pasa. Y en breve dejarán subir mascotas. Aunque ya hay perros... muertos.

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