El discurso del Ilmo. Sr. D. Enrique García-Máiquez

Nos llega a la redacción la sobria y bella edición del discurso de ingreso de Enrique García-Máiquez en la gaditana Real Academia Hispano y Americana de Ciencias, Artes y Letras; una publicación que es pura alegría: por el autor del speech, por el que le contesta (el medievalista y columnista de estas páginas Rafael Sánchez Saus), por la elegancia de su papel verjurado y por el tema elegido: Su poco de sal (Pemán aforista). El poeta portuense, en un guiño a su adorado Chesterton, construye su discurso a partir de una paradoja: reivindicar como aforista a quien nunca escribió un aforismo. Efectivamente, Pemán frecuentó todo tipo de géneros (artículos, ensayos, poesía, discursos, teatro...) pero nunca perpetró esos proverbios a caballo entre la poesía y la filosofía que son tan del gusto de los autores de hoy. El propio García-Máiquez tiene aforismos maravillosos recogidos en libros como Palomas y serpientes. Algunos son de un alto tono poético, casi japonés ("Las alas de mariposa son Narciso y su reflejo"), otros parecen como dichos por nuestro señor don Quijote a su leal Sancho ("Ningún adversario nos desconcierta tanto como un partidario tonto"). A partir de ese conocimiento del género, Enrique García-Máiquez hace una cata en la obra de José María Pemán (que promete ser mucho más amplia en el futuro) para entresacar de su prosa frases redondas que bien podrían ser aforismos. Y es así cuando llega el festival del verbo pemanesco (y me perdonan el spoiler): "Los ingleses han inventado la palabra spleen para lo que no llega a ser tristeza y el flirt para lo que no llega a ser amor", "Un tonto elegido por un millón de votos sigue siendo un tonto", "Un amigo mío solía decir de ellos [de los langostinos]: dudo que puedan comerse en días de vigilia", "La manzanilla viene a ser como un jerez vestido de marinerito", "No llames soledad a este andar con Dios en todo", etcétera.

Pero no ha espigado el ya ilustrísimo señor don Enrique García-Máiquez cientos de páginas de Pemán por un mero afán erudito, sino con una clara finalidad. Al fin y al cabo, como bien dice Sánchez Saus en su contestación, Enrique es ante todo un caballero, no por saber usar la pala de pescado y ceder el paso a las señoras (que seguro que también), sino por tener una concepción caballeresca de la vida, por su compromiso en deshacer entuertos y reparar injusticias, como la cometida con don José María por un Ayuntamiento que pretende criminalizarlo ante las futuras generaciones. Más que aforismos, lo que ha hecho García-Máiquez es extraer tuits de Pemán que puedan tocar la sesera de la gente joven, que ya apenas se acerca a los mamotretos de las bibliotecas. Y eso merece tres hurras.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios