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Tribuna Económica

gumersindo / Ruiz

¿Cuánto dura el presente?

ESTE título seguramente quedaría mejor con signos de exclamación que de interrogación, porque estamos instalados en una burbuja financiera, de liquidez, y de beneficios para una parte de la población y de las empresas, que crean una imagen distorsionada de recuperación. Pero la realidad muestra insistentemente que la falta de empleo, la exclusión, la pobreza y el deterioro social, ha echado raíces entre nosotros como una enfermedad endémica, que resiste las hasta ahora blandas y erróneas formas de intentar erradicarla.

Afortunadamente queda algo de lucidez en la universidad, que es nuestro último recurso intelectual. Este fin de semana se reunían en la Facultad de Málaga los docentes de economía en enseñanza secundaria, y uno de los asuntos a tratar era el mercado de trabajo. Me referiré a dos conferencias; una, de Joaquín Nieto, Director de la Oficina de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) para España; y otra, de José Luis Rivero, catedrático de la Universidad de la Laguna.

El profesor Rivero planteó que la dimensión del desempleo en España exige un análisis que vaya más allá de la simpleza -en el peor sentido de la palabra- de bajar salarios y empeorar condiciones laborales. Desde hace años el conferenciante, que fue presidente del Consejo Económico y Social de Canarias, viene defendiendo la necesidad de flexibilizar la contratación y el despido, la versatilidad de los trabajadores, la competencia en el empleo, y reducir incertidumbres para el empresario. Y esto, junto con una reducción drástica del peso de la fiscalidad y las cotizaciones sobre el factor trabajo de la producción. Pero cuando el profesor Rivero desbroza el complejo mercado español de trabajo, encuentra que en una situación en que no hay demanda de mano de obra, sea barata o cara, flexible o no, formada o no formada (el 94% de las empresas manifiestan que no necesitan trabajadores), la legislación laboral tiene poco que hacer. Nuestro paro es tan elevado que no responde a ninguna lógica del mercado de trabajo. En comparación es razonablemente flexible, pero además no hay correlación internacional entre protección de la contratación, indefinida o temporal, y tasa de desempleo. De ahí la conclusión única e incontestable de la conferencia de que el derecho laboral no sirve en España para crear empleo.

Hay otra posible conclusión, que desarrolló Joaquín Nieto, y es que la forma de producción de la economía española no permite el mantenimiento estable de los millones de empleos creados en el macrosector de la construcción y sus industrias y servicios. De aquí se desprende que es necesario intervenir de manera muy drástica y persistente, como se ha hecho en el ámbito financiero, en la economía real para sostener el empleo. Está claro que falta capacidad de iniciativa pública, y se dejan las decisiones en manos de entes que no dan cuenta a nadie, como el Fondo Monetario Internacional, los bancos centrales, o la Comisión Europea; sin embargo, tendríamos que preguntarnos por qué no se habla más de las propuestas de la OIT, que ha sido tan crítica en estos años de crisis, y es el único organismo que sabe de verdad de empleo.

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