DE ella escribí durante el rodaje, celebrando que tuviera lugar en Sevilla, por la inyección económica para hoteles, caterings, personal contratado, etc., y censurando la venta de humo político desde el Ayuntamiento, presumiendo de lo que no estaba en su mano: ni el guión ni el montaje final. Con Noche y día ya en los cines de verano de las playas, les sugiero un flashback con las declaraciones que hicieron Monteseirín y Montaño sobre la popularidad que Sevilla iba a lograr en el mundo entero gracias a ser parte sustancial del argumento y no simple decorado. Si esas promesas son ahora vistas, en un montaje audiovisual en paralelo con el film, la evidencia es el ridículo de fatuidad cateta en el que a todos nos quisieron embarcar.

Tom Cruise y Cameron Diaz demostraron en Sevilla su extraordinaria profesionalidad como estrellas que saben ser amables con el prójimo en cualquier lugar y circunstancia. Qué diferencia con tanto mindundi engreído que pulula por estos pagos. Ellos no tienen culpa de la película que se montaron desde el Ayuntamiento para tapar las vergüenzas gestoras en un año de severa recesión, incurriendo una vez más en lo denunciado por Berlanga en Bienvenido, Míster Marshall, pura memoria histórica. Aunque Noche y día hubiera sido un éxito de taquilla y crítica, que no ha sido el caso ni mucho menos, en modo alguno puede promocionar Sevilla porque no se habla de Sevilla, en los diálogos sólo se dice España, y la imagen más impactante es la de los toros por las calles en un encierro de corredores sanfermineros.

El plano en el que iba a salir de maravilla la Giralda, nuestro gran icono, es un primer plano de Cruise con la torre difuminada al fondo sin que se aprecie bien su fisonomía. En cambio, la vista del Salzburgo monumental es formidable y hasta la pareja protagonista lo comenta.

Que salgan ahora a la palestra los que urdieron la cifra de 33 millones de euros como cálculo de la inversión publicitaria que Noche y día reportaba a Sevilla.