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El poliedro

José Ignacio Rufino

Es la economía, 'what else'?

Los 'corta y pega' de los programas electorales han servido a intereses puramente partidistas y personales.

COMO sucede con la interpretación de la Historia y de la evolución de las cosas de los humanos, en la actual política española de interregno se dirime un combate turbio entre las ideas y lo material, de forma que podemos encontrar idealistas frente a materialistas, al menos en las fachadas. En una esquina, con calzón rojo, nos encontramos con aquellas formaciones políticas que habitan en las grandes palabras y conceptos ideológicos, normalmente de izquierda (y mira que el marxismo es en esencia materialista, pero la estrategia y la táctica es lo que tienen). También con calzón ideológico pero sentimental, rojigualda y estrelado, en la esquina identitaria -qué término tan estúpido, por fullero y victimista... y victimario-, están los independentistas vigentes, que son catalanes, porque los separatistas vascos se deben de decir: "Mejor que yo estoy no voy a estar; vamos a dejarnos de rupturas o violencias que no llevan a nada ahora a nuestro privilegiado bolsillo: el reparto fiscal nos viene fenomenalmente bien". Y en la otra esquina del debate político (inútil) que no cesa, con calzón azul pavo, están los materialistas, a pesar de ser "los de derechas". Los que piensan que es la economía lo que mueve todo, también la unamuniana intrahistoria de la gente de a pie; y que vamos a las pesetas, que lo demás son galletas. Porque, la verdad, la derecha, si algo ha sido siempre, es materialista y economicista, aunque haya gustado de suavizarse con una forma de religión y de Iglesia vestida de limpio y vinculada al poder, al poder con mayúsculas. Fondo y forma, verdades a medias y mentiras completas. Y mucho cuento.

Francamente, creo que si en algo ha salido ganando el PP en estos cuatro meses de negociaciones estériles ha sido en no quemarse con la esterilidad: no ha negociado con nadie, porque nadie quería hacerlo con los de Rajoy, salvo Ciudadanos, que no ha caído tanto como Podemos (Iglesias) y PSOE (Sánchez) en el vicio del simbolismo y las grandes palabras sin cocer. En España hay dos cosas importantes, la economía y el problema catalán, y resulta que -lo comunicó el partido oficialmente el miércoles- el PSOE "retrasará su informe sobre economía del país hasta que haya Gobierno", y Podemos -lo dijo Iglesias el martes- afirma que "la cuestión catalana no ha estado nunca sobre la mesa" en estos cuatro meses. Joder, ¿y de qué quieren hablar, de qué han hablado? Los corta y pega de programa electoral sólo han servido a los intereses partidistas y/o personales -ay, Sánchez, con el gran partido que diriges- de los negociadores.

Obviemos el asunto catalán por un momento (en el fondo, un asunto económico: fiscal, y remitámonos al comentario de arriba sobre la pax vasca). Las negociaciones deben concretar posiciones y enjaretar acuerdos sobre, a saber: el control o relajación del déficit; el gasto de las comunidades autónomas, y sus ingresos, o sea los impuestos (corazón de la política económica de cualquier gobierno a día de hoy); cómo vamos a crecer, y cómo se pretende incentivar dicho crecimiento, única manera de paliar el cáncer del desempleo; qué pasa con las pensiones, no las de ahora, sino las de dentro de veinte años; si vamos a pedir a la Unión Europea que en vez de dar barra libre a los bancos se dé pasta en mano a las familias, a todas, para hacer crecer vía consumo e inversión privados la economía y aumentar un poquito la inflación, cosa que conviene a la deuda de las familias y el propio país; y si vamos a pedir también a Europa la renegociación o reestructuración de nuestra silente lacra, la deuda pública, prima del déficit. Ahí están los asuntos que afectan a la gente. No son asuntos fashion, pero votamos para estas cosas. Digo yo.

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