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PASA LA VIDA

Juan Luis Pavón

El efecto Narbona sobre la teoría de la doble moral

LA voz de la autocrítica. Es el papel que ha adoptado en los últimos días Cristina Narbona, que está en todas las salsas de la catarsis socialista tras la debacle de Zapatero. Primero como coordinadora del programa electoral de Rubalcaba y después como principal autora del manifiesto Mucho PSOE por hacer que arropa la candidatura de Chacón. Destaco dos de sus afirmaciones. Renunciaría a su acta de diputada al Congreso si tuviera una imputación como la de José Blanco en el Tribunal Supremo por un caso de presunta corrupción cuando él era ministro de Fomento; y proclama que el PSOE no ha luchado lo suficiente contra el fraude fiscal y la corrupción. Creo que la mayor parte de la población, sea o no simpatizante socialista, coincide con ambos aguijonazos. Porque son obvios a la luz de los acontecimientos y si se tiene la más mínima coherencia entre lo que se presume y lo que se realiza. Pero las constantes vitales de la ética política en nuestra tierra están tan anémicas que hoy en día parece revolucionario decir lo evidente.

Narbona es una mujer de gran preparación y experiencia que el PSOE sevillano no ha intentado atraerse, aprovechando su vinculación biográfica (familiar y profesional) con Sevilla, donde empezó su actividad política cuando era profesora de Economía Internacional en la Universidad Hispalense. Uy, perdonen, se me había olvidado por un instante que el aparato está encabezado por Susana Díaz, Viera y Villalobos. Por algo dijo recientemente en estas páginas Bernardo Díaz Nosty, en un artículo espléndido, Mucho PSOE por barrer...

Cristina Narbona hizo una gran labor como ministra de Medio Ambiente en la primera legislatura de Zapatero. Eran los tiempos del cambio climático y de las energías renovables. Tras el refrendo electoral, Zapatero, en lugar de mantenerla, la exilió en París como embajadora de España ante la OCDE, dejándose someter por las presiones de algunas industrias del sector energético para que tuviera en el Gobierno a personas más predispuestas a hacer lo que les convenga a los lobbies. Buen ejemplo para que, ahora que pierden las poltronas por doquier, los socialistas le expliquen a los ciudadanos por qué ceden al mejor postor tanta soberanía. Quién manda y quién es el mandado. Movimientos como Bases en Red, formados por militantes que no llevan toda la vida alimentados por el poder, tienen en ese tema uno de sus principales filones de futuro.

En cuanto Narbona dijo que Blanco debía irse a su casa y no pisar el Congreso de los Diputados, Griñán salió a la palestra para defender al imputado que durante años le pidió a todos los imputados del PP que dimitieran. Si esa disparidad de criterios se basa únicamente en que Griñán gobierna y defiende su feudo, mientras que Narbona ahora solo es parlamentaria en la oposición, conviene que el PSOE aclare en sus debates, congresos y primarias si va a consagrar la teoría política de la doble moral o va a renegar de ella. Tal como están las cosas, la duda está servida: Si Narbona presidiera hoy la Junta, ¿diría lo mismo o se apuntaría a la táctica de Griñán?

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