Brindis al sol

Alberto González Troyano

El ejemplo de Savater

MIRA por dónde cuando, para las elecciones del día 26, todos los papeles parecían ya repartidos y clarificadas las pretensiones de unos y otros, la presencia de un nombre, el de Fernando Savater, en las listas de UPyD, va a permitir reflexionar sobre cuestiones apenas abordadas antes. Su decisión añade, por fortuna, una forma distinta de vivir la política. Actitud digna de destacarse en un rutinario proceso electoral en el que denigrar y vencer al adversario han sido casi los únicos mandamientos esgrimidos y utilizados.

La opción de Savater ahora -igual que en su anterior candidatura como senador- viene a dar voz a los preocupados no por las expectativas de ganar, sino por la necesidad de que una serie de valores, considerados indispensables, continúen representados en el panel electoral. Hay que agradecer que alguien como él asuma la tarea de lúcido resistente ante el fatalismo dominante. No resignándose, pues, a que desaparezcan unas exigencias éticas, por las que luchó largo tiempo, desde la olvidada época de ¡Basta ya!, cuyo legado simbólico debería mantenerse vivo.

Con todo, hay otro rasgo aún más significativo en el gesto savateriano. El distanciamiento crítico hacia los profesionales de la vida política ha crecido, por causas más que justificadas, en los últimos años. Esa mala imagen ha repercutido y alejado de la política práctica a muchos hombres del mundo del arte y de las letras, hastiados de tantos desmanes y falta de escrúpulos. Pero ante esta desolada situación, Savater en lugar de refugiarse en el habitual ensimismamiento escéptico, ha vuelto a reclamar una función activa para el intelectual, figura que parecía ya trasnochada y muchos habían querido enterrar. Para Savater, un intelectual es simplemente alguien que, aparte de dedicarse a la reflexión, la escritura o la creación, siente una pulsión cívica que le empuja intervenir en los problemas de la esfera pública. No tiene por qué encarnar ningún estatuto privilegiado, ni desempeñar ninguna función providencial, solo añadir su experiencia reflexiva y crítica a la de otros ciudadanos. Coincidiendo o movilizados por el ejemplo de Savater, también Álvaro Pombo, Andrés Trapiello y Manuel Cruz, entre otros, parecen desempolvar y extraer de un viejo armario la antigua estampa sartriana del "intelectual comprometido". Ojalá el ejemplo cundiese: la situación lo requiere, incluida Andalucía.

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