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La tribuna

eduardo Moyano Estrada

Sobre la encuesta del CIS

YA tenemos la tan esperada encuesta del CIS. Su amplia muestra (17.000 cuestionarios), la experiencia de la entidad que la realiza y la cualificación de su personal técnico (sociólogos y estadísticos especialistas en estudios demoscópicos) convierten a la del CIS en la mejor y más fiable de todas las encuestas preelectorales. Además, el hecho de ser organismo público es, en mi opinión, una garantía de independencia, puesto que la ficha técnica y los resultados de sus encuestas están sometidos al control de los medios de comunicación, y sus responsables obligados a rendir cuentas ante las instituciones (parlamento incluido).

Como suele pasar en estas ocasiones, la reacción de los diferentes partidos políticos a los resultados de la encuesta depende de cómo salgan en ella, descalificándola los que salen mal parados, y elogiándola los que obtienen mejores resultados. La última encuesta del CIS viene a confirmar lo que están diciendo otras encuestas menos fiables, por ser bastante inferiores las muestras sobre las que trabajan (en torno a 1.000 cuestionarios): ventaja clara del PP (28,6%), empate técnico entre PSOE (20,8%) y C's (19%), y, a más distancia, un Podemos (15%) que parece estancado en ese tercer lugar. Gracias al gran tamaño de su muestra y a su equilibrada distribución provincial, la encuesta del CIS permite estimar con bastante fiabilidad los escaños de los diferentes partidos, algo que no le es posible a las encuestas que manejan muestras muy pequeñas. El CIS estima para PSOE una horquilla de 77-89 escaños, mientras que al PP le da 120-128, a C's 63-66 y a Podemos en torno a 50 escaños (incluyendo los que pudiera obtener de las coaliciones en las que participa).

Es obvio que, para ofrecer esos resultados en escaños, el CIS, al igual que cualquier empresa demoscópica, tiene que estimar el voto de los indecisos, es decir, de los que no han dicho en la encuesta a qué partido votarán (bien porque no han querido decirlo o porque no lo tienen claro). Y para eso está la tan denostada cocina, sin la cual no es posible hacer esa estimación. Y sin cocina, el valor de las encuestas quedaría reducido a mostrar sólo la intención directa del voto. En el momento actual, con un porcentaje muy alto de indecisos (en torno a la mitad de los encuestados), ¿de qué serviría una encuesta que sólo ofreciera datos sobre lo que opina la mitad de la población?

Para estimar lo que van a votar los indecisos es para lo que sirve la cocina. Su trabajo consiste en predecir ese voto a partir de las respuestas que esos indecisos dan a otras cuestiones (recuerdo de voto, simpatía/rechazo hacia determinados partidos, valoración de líderes, capacidad de los partidos para resolver la situación económica,…). La cocina utiliza modelos de predicción para asignar a los indecisos una probabilidad de voto a un determinado partido político. Cada empresa demoscópica tiene su propio modelo, por lo que habrá cocinas de mejor o peor calidad, según los ingredientes que utilicen y el modo cómo los combine.

El CIS dispone de la mejor "cocina" porque, además de su experiencia, cuenta con una larga serie histórica de encuestas poselectorales que le permite conocer cómo inciden en el voto las distintas variables sociodemográficas (renta, nivel de estudios, edad, actividad,…). Es verdad que, en esta ocasión, la emergencia de partidos nuevos (C's y Podemos) genera alguna incertidumbre al carecerse de series históricas que nos informen con precisión sobre el perfil de sus votantes, pero los resultados de las pasadas elecciones europeas, municipales y autonómicas dan alguna información de utilidad para hacer las estimaciones de voto.

Dicho esto, no hay que olvidar que las encuestas son fotografías electorales del momento en que se realizan, por lo que sus predicciones están sometidas a los posibles cambios que se produzcan en la intención del votante hasta el día de las elecciones. Cuanto más cerca de ese día se realice una encuesta, más fiable es. Por eso, cada vez se nos antoja más absurda la actual prohibición de hacer públicas encuestas electorales en la semana anterior a la fecha de las elecciones. La encuesta del CIS se hizo entre el 27 de octubre y el 16 de noviembre. Desde entonces han pasado y pasarán cosas que sin duda harán decidir el voto de los electores (cuestión catalana, posicionamiento de los partidos respecto al modo de luchar contra el terrorismo yihadista, debates electorales, concreción de las medidas incluidas en los programas,…) y que, sin duda, alejarán las predicciones de la encuesta del CIS de los resultados finales.

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