La tribuna

Manuel Lozano Leyva

La energía del consejero

EL consejero de Innovación, Ciencia y Empresa hizo unas declaraciones a este periódico en las que empieza hablando del espléndido futuro de nuestra industria aeronáutica. No sé cómo de relevante ha sido el papel del Gobierno andaluz en conjunto y su Consejería en particular para conseguir tan magno logro, pero no podemos menos que alabar al consejero Vallejo. Los problemas de la entrevista surgen cuando don Francisco habla de energía, porque muestra un lío monumental.

Dice estar seguro de que dentro de quince años la electricidad en nuestro país provendrá de las renovables. Esto implica, sin ambigüedad, que ya tenemos un seguro candidato a premio Nobel de Física: el técnico que le asesora en este asunto. Porque la contundente y revolucionaria afirmación anterior está basada en "nuestros" cálculos, aunque el resultado de estos enfrían un tanto el ardor anterior: "En 2030-2035 las fuentes de energías renovables ya podrán competir con petróleo y gas". No, señor consejero, la energía eólica y la solar no pueden ser alternativas a otras fuentes tradicionales a menos que esté usted dispuesto a defender una factura de la "luz" de diez veces para arriba más cara que la actual y, además, soportar las críticas de una población sometida a apagones y fluctuaciones aleatorias y frecuentes en el suministro eléctrico.

Añade el consejero que el problema del desarrollo de la eólica es que "nuestras redes eléctricas no están preparadas para evacuar (sic) la energía producida sino para distribuirla". Aconsejo al lector que entre en la página web de la Red Eléctrica de España: www.ree.es. En ella puede ver la producción y el consumo de energía eléctrica en todo momento. La gestión de la red consiste en hacer confluir constantemente las dos curvas, porque la energía eléctrica ni se "evacua" ni se almacena, sino que se ha de producir y distribuir justo lo que se demanda. Se observará que la eólica es tan variable que ha de estar respaldada por las centrales térmicas y que la solar es (y será con la tecnología actual) irrelevante. Más sencillo: si a los molinillos no los respaldan las centrales nucleares o las de combustibles fósiles, la producción jamás se podría ajustar a la demanda. Que no sopla el viento cuando uno quiere, vaya. De esto ya le advirtieron los técnicos a Montilla, cuando era ministro del ramo, y en cuanto se enteró de lo que podía suponer que la dependencia de la eólica superara un cierto umbral (pequeño) quiso suprimir de raíz las subvenciones, tal fue el susto que se llevó.

El consejero después apunta una manera de amortiguar la crisis económica: que se hagan cargo del desarrollo de las energías renovables los alicaídos promotores inmobiliarios. Tras el escalofrío que provoca tal eventualidad, uno se tranquiliza pensando que como la energía eólica, y sobre todo la solar, han de estar fuertemente subvencionadas, la posible burbuja que se generara la podría controlar la propia Consejería y no el "mercado". A ver cómo van a sacar beneficios los "ladrilleros" si no es a base de cazar subvenciones.

Las declaraciones del consejero alcanzan otra cima al "sentirse contento porque se haya dejado de lado el debate nuclear". Pues apañado está porque éste ni siquiera ha comenzado en serio. Además, sostiene que España tiene carencias en tecnología nuclear, centrales y uranio. Llevamos 40 (cuarenta) años produciendo energía nuclear sin apenas problemas (por muy mediáticos que éstos sean) y participamos con Francia y otros países en la extracción de uranio y la fabricación de combustible nuclear. Además, hay decenas de departamentos universitarios, centros de investigación y organismos, como el Ciemat y otros, repletos de expertos en esta tecnología.

Una encuesta indica que el 75% de los españoles está en contra de las nucleares. Yo añado que si se hiciera otra sobre quiénes apoyan las energías renovables el resultado sería el 100%. Si los políticos se asesoraran bien e informaran después sobre los tópicos y las verdades de la energía nuclear, del costo real de las llamadas renovables y de sus tremendas limitaciones técnicas, seguramente la población lo agradecería. Aunque puede que ésta empiece a intuir que estar en contra de las nucleares es, simplemente y sin matices, apostar por el gas y el petróleo, o sea, dejar el futuro de Europa y de la atmósfera en manos de los Putin, Bush, Chávez, Ahmadineyah y gente así de democrática y amable.

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