Veintiséis minutos más tarde que la última vez. Los bizarros almonteños tienen la rara habilidad de mantener cierto equilibrio horario para el salto de la reja. Si no fuera así, dicho salto se habría metido de lleno en el domingo y eso sería ir contra natura. Si el año pasado fue a las 3:02 del glorioso Lunes de Pentecostés, ayer fue a las 3:28 cuando los mozos de Almonte dijeron que ya no podían aguantar más. Resulta singular comprobar cómo la muchachada almonteña se muestra piafante desde que el domingo ya fue lunes, como en un estado de nervios que casi roza el paroxismo. Bueno, roza o entra en ese vivaqueo hasta que deciden saltar la reja e ir a esa especie de rapto que hacen de la Blanca Paloma. La pregunta que todos se hacían en la víspera de cuándo sería el salto se respondió a las 3:28, veintiséis minutos después que en 2016 y se mantiene el equilibrio.