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La ciudad y los días

Carlos Colón

El error Chamberlain y Dadalier

TERMINABA ayer afirmando, a propósito del escándalo de la excarcelación del terrorista libio Al Megrahi tras la publicación de las cartas cruzadas entre los ministros de Justicia escocés y británico, que me parece más vergonzosa la razón humanitaria aducida como justificación de la liberación del asesino de 260 inocentes que las razones comerciales que al parecer "convencieron" a Gordon Brown. Y no lo digo por llevar la contraria o epatar. La razón comercial petrolífera, por cínica, mercenaria o despiadada que parezca, tiene al menos que ver con los intereses de la nación y el bienestar de los ciudadanos. La razón humanitaria, en cambio, me parece una ofensa a las víctimas y sus familiares que abunda en esa mala conciencia occidental, esa debilidad ante los tiranos, esa renuncia a la justicia en nombre de un humanitarismo que mal encubre la cobardía o esa confusión entre flexibilidad diplomática y entreguismo que tantas calamidades ha ocasionado.

Así lo enseña la historia y lo demuestra la actualidad con la polémica suscitada por Putin en los actos de conmemoración del 70 aniversario del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Putin recordó que no sólo el pacto nazi-soviético, que calificó de "inmoral", fue responsable del inicio de la Segunda Guerra Mundial; también los pactos "moralmente inaceptables" firmados por los aliados y los nazis entre 1934 y 1938, que dejaron las manos libres a Hitler para devorar una Europa cegada por la debilidad pacifista de Francia e Inglaterra. El silencio ante la anexión de Austria y la invasión de Checoslovaquia en 1938, y el vergonzoso pacto de Munich firmado en septiembre de ese mismo año entre Chamberlain, Dadalier y Hitler para solucionar la crisis de los Sudetes, fueron la antesala del infierno. El no menos vergonzoso pacto firmado entre Stalin y Hitler en agosto de 1939 fue la caída en él. Con razón ha afirmado Putin que "la cobardía política ante un agresor acaba por erosionar la seguridad propia y la de los demás". Y esto es verdad lo diga Agamenón o Putin.

Conviene recordárselo al ministro escocés de justicia, a su colega inglés y Gordon Brown. Como conviene recordárselo a nuestro gobierno y a los jueces. Los terroristas no deben ser excarcelados por razones humanitarias, no deben poder fugarse a causa de errores judiciales y no se puede permitir que -ya sea en Trípoli o en Ibarra- sean recibidos como héroes por sus cómplices. No se olvide el error del conservador Chamberlain y del socialista Dadalier en Múnich; que esto no es cuestión de ideologías sino de firmeza democrática, honestidad y sentido común.

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