HOY se celebra el primer derbi de la temporada y del año. Sevilla-Betis de Reyes en Nervión. El espíritu de la Navidad está en su apogeo, con la ilusión de los regalos en los hogares y con 22 cabalgatas en los barrios. La ubicuidad del tridente (Melchor, Gaspar y Baltasar) favorece que el espíritu de Puerta tome el relevo en el protagonismo ciudadano. Es el mejor regalo que Sevilla se puede dar a sí misma esta noche: el triunfo de la rivalidad respetuosa y de la confraternización festiva. La derrota de la violencia. En eso nos jugamos mucho más que en el resultado.

La trágica muerte de Antonio Puerta, el 28 de agosto, hermanó totalmente a sevillistas y béticos en una ceremonia colectiva de dolor y cariño. La fatídica realidad pulverizó esa amplia cantidad de tonterías y enconos magnificados. La vida y la muerte impusieron su imbatibilidad y evidenciaron la estupidez de pelearse por un resultado, por una decisión arbitral, por un quién es quién en el palco, por una frase altisonante o por una pintada.

Toda la ciudad tiene que sentirse orgullosa de haber mejorado en los últimos cuatro meses el nivel de convivencia con fútbol de por medio. Pero hoy llega el día crucial, la prueba del nueve, el primer derbi de esta etapa. Para Sevilla debe ser irrenunciable que el llamado espíritu de Puerta, en tanto que comportamiento ejemplar, sea para siempre la tónica dominante. La Federación de Peñas Sevillistas hizo muy bien al emitir un comunicado el pasado jueves para apelar a ese espíritu, que es el mejor homenaje que los aficionados pueden hacerle al llorado Puerta y a la sana pasión por el fútbol. Y celebro que también considere el insulto como violencia, pues, como bien dicen en su nota, "la violencia verbal es el paso previo a la violencia física".

Hubiera bastado en Sevilla la sensatez y la autoestima para llegar al mismo estado de opinión: no merece la pena pelearse por el fútbol, y menos aún entre vecinos y colegas. Ya que la clarividencia emana de un drama impactante, que al menos sus consecuencias positivas sean indelebles.