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Tribuna Económica

Rogelio / velasco

E l euro no está ayudando

EN enero de 1999, cuando se crea el euro, el tipo de cambio respecto del dólar era de 1,16 por cada euro. La libra, por su parte, cotizaba a 0,65 libras por euro. La cotización de ayer de las dos monedas fue fijada en 1,36 y 0,80, respectivamente. Esto significa que el euro está apreciado, respecto de su cotización inicial de 1999, en un 18% y un 23%, en relación con el dólar y la libra, respectivamente.

No es un dato nuevo. Por el contrario, durante la casi década y media transcurrida desde su creación, el euro ha estado sistemáticamente por encima de su cotización original, excepto durante un breve periodo en octubre del año 2000, cuando su cotización llegó a situarse por debajo de la del dólar. Adicionalmente ha habido periodos en los que su tipo de cambio se ha encontrado literalmente por las nubes. Durante los meses de verano del año 2008, el euro llegó a cotizar en los mercados a 1,58 dólares, un 36% por encima de la original.

Los economistas sabemos que el tipo de cambio de una moneda es la variable más difícil de prever y puede encontrarse por encima o por debajo de su tipo de cambio de equilibrio, durante mucho tiempo.

El hecho es que nuestra moneda lleva, de acuerdo a los mejores modelos teóricos que explican las cotizaciones, demasiado tiempo por encima del tipo de cambio que debería tener, de manera que reflejara la capacidad competitiva de las economías europeas en los mercados internacionales. Con demasiado tiempo queremos decir que una economía puede soportar durante algunos meses o algún año una apreciación fuerte de su moneda, pero no quince años.

La razón estriba en que las empresas exportadoras practican lo que se denomina el pass-through: reducen sus márgenes comerciales para absorber la apreciación del tipo de cambio y evitar que los extranjeros que compren sus productos tengan que pagarlos más caros. Esta reducción de márgenes de la exportación conduce en muchas ocasiones a vender productos fuera con pérdidas. El motivo es que las empresas no quieren retirarse de los mercados de exportación, puesto que han tenido que realizar una gran inversión fuera para poder exportar y posicionarse en esos mercados extranjeros.

Lógicamente, esa situación no puede durar siempre, porque si las pérdidas en las exportaciones son continuas, las empresas terminan por abandonar los mercados extranjeros.

Pensemos en el caso de Airbus. Paga a sus empleados y proveedores en euros, pero vende sus aviones en dólares. Hay casos contrarios. Las petroleras pagan el petróleo en dólares pero venden la gasolina en euros.

Junto a Airbus, hay decenas de miles de pymes que no tienen los recursos del gigante aeronáutico. Tanto en España como en el resto de la UE, existe el mismo problema.

El BCE no tiene un mandato para debilitar al euro. Además, chocamos con un problema que resulta familiar: Alemania, antes con el marco, y ahora con el euro, quiere una moneda fuerte, porque la competitividad se gana aumentado la productividad, no devaluando la moneda. Otro problema más, quizás más oculto que otros que aparecen en la prensa, pero no menos importante.

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