Entre el odio acumulado y la falta de educación, las calles de nuestra querida España arden y el ambiente que se respira debe asemejarse al que precede a cualquier conflagración. O a ver quién duda de que lo que está ocurriendo bajo la excusa de protestar por el encarcelamiento de un impresentable tiene mucho de preludio de una confrontación bélica. Clima prebélico que, además, cuenta con las bendiciones de quienes debieran dar ejemplo de cordura. Bajo la percha de la libertad de expresión se cometen demasiadas tropelías, que una cosa es la reivindicación y otra muy distinta la violenta agresividad de gente sin principios. Y habría que preguntarse qué es lo que hemos hecho con la formación para que afloren las conductas que estamos padeciendo en estos días de telediarios en los que la guerrilla urbana ha paliado la negra actualidad de la pandemia.
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