La esquina

josé / aguilar

Nos han faltado al respeto

TODOS los presidentes de la autonomía andaluza han sido militantes del Partido Socialista Obrero Español. Porque los andaluces lo han querido así, no hay que darle más vueltas. Incluso en el caso del actual, José Antonio Griñán, que perdió las elecciones ante el PP, pero pudo continuar en el cargo pactando con IU. Los pactos de gobierno también forman parte del sistema democrático. Nada que objetar.

Todos ellos, los cuatro en el periodo que va de 1982 a 2013, le han faltado al respeto al pueblo andaluz que los entronizó. No personalmente en todos los casos, puesto que sus renuncias han venido a producirse por conveniencia del partido en el que militan. Pero el resultado ha sido el mismo: incumplieron el acuerdo tácito o expreso con el electorado que les dio la victoria.

Empecemos por la prehistoria. El primer presidente, Rafael Escuredo, que arrasó en las urnas, dimitió a los dos años de su mandato por un cúmulo de circunstancias, desde su hastío ante la gobernación cotidiana hasta una coyuntura personal penosa, pero sobre todo porque se tomó en serio su poder autonómico flamante y desafió al PSOE nacional que ocupaba el Gobierno central y al tándem Felipe González-Alfonso Guerra. Primer mandato inconcluso.

Le sucedió José Rodríguez de la Borbolla, al que el ejercicio del mando lo transformó del socialista jacobino que era a autonomista convicto y confeso. Lo ratificaron los ciudadanos en 1986, y lo defenestró igualmente el guerrismo rampante al pretender que siguiera en la Junta pero despojado del control del PSOE andaluz. Otro cese.

La renuncia de Borbolla a un cargo tutelado por sus enemigos internos obligó al PSOE federal a improvisar un tercer presidente autonómico: Manuel Chaves, que estaba contento de ministro de Trabajo. No quería venir a la Junta de ninguna de las maneras (candidato a palos), pero ha sido el más duradero. Diecinueve años. También lo quitaron sus compañeros/jefes. Zapatero dictó el relevo y Chaves se fue sin despedirse siquiera de los andaluces. Otra falta de respeto. La tercera.

En la cuarta estamos. A Griñán le encargaron los andaluces que los gobernara hasta 2016. No lo va a hacer. En este caso no por imposición de arriba, pero sí por motivos particulares y partidistas, que le han llevado a precipitar su marcha.

Nunca han sido los andaluces los que han echado a sus presidentes. Ellos y/o su partido han sido ingratos. Les han fallado.

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