SE TRATA, principalmente, de salvar los muebles. El pacto que van a negociar Mariano Rajoy y Albert Rivera (después de una buena semana de vacaciones para pensarlo) se basa en buscar unas salidas que no sean indignas o imposibles de asumir. El líder de Ciudadanos, antes del 26-J, pidió la cabeza de Mariano, sin saber que conseguiría 14 diputados más, mientras que Albert se quedaría con ocho menos, así que ahora ha buscado un plan B. Consiste en garantizar la limitación de mandatos presidenciales a ocho años (o dos legislaturas), con lo cual el PP se debería buscar otro candidato para las siguientes.

En realidad, juega con ventaja. Desde que tenemos la vigente Constitución, el único que ha superado los ocho años de presidente del Gobierno fue Felipe González. Permaneció 14 años en la Moncloa (desde 1982 a 1996). Casi una década y media de socialismo felipista, que acabó con Filesa. José María Aznar fue presidente ocho años (1996 a 2004) y José Luis Rodríguez Zapatero siete años (2004 a 2011). Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo, los presidentes centristas, tripularon la Transición, un periodo que duró apenas cinco años. En cuanto a Mariano Rajoy, empezó en 2011 y no se sabe hasta cuándo durará.

Sólo el PSOE, con Felipe González, ha conseguido ganar cuatro elecciones seguidas. Mariano Rajoy ya ha ganado tres, pero sólo una con mayoría absoluta para gobernar. Después de Aznar ganó el PSOE. Después de Zapatero ganó el PP. Con eso se aprecia que la alternancia solía durar dos legislaturas. No es difícil dar la vuelta, excepto que presenten un candidato tan malo como Pedro Sánchez, que siempre obtiene menos escaños que la última vez.

Es casi inverosímil que un presidente del Gobierno del siglo XXI aguante más de ocho años en la Moncloa. Por ello, si se limita el mandato, hasta le hacen un favor. Sin embargo, no entiendo por qué esa medida no se amplía a otros cargos, como presidente/a de la Junta de Andalucía, alcaldes o alcaldesas, e incluso líderes de los partidos. Pasa hasta en las cofradías. Los obispos dieron normas para que los hermanos mayores no permanezcan durante más de ocho años seguidos. Otra cosa es que hagan trampitas, y se vayan, y vuelvan. O aparezca una señora Clinton tras su marido.

Rivera, disimulando, le ha puesto una fecha de caducidad a Rajoy. Como si fuera un yogur. Vuelve a pedir su cabeza, pero a plazos. Mariano lo sabe, y puede que lo acepte porque el futuro ya no es lo que era.