Fue el viernes cuando se dio el pistoletazo de salida mediante el pregón de Luis Alberto de Cuenca. Hasta el día después de la Inmaculada, que este año cae en lunes y es festivo, la Plaza Nueva recobra su carácter de punto para la cita tácita con la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión. Es esta feria la que quizá sea más entrañable de cuantas se celebran en esta ciudad nuestra, ya que darse una inmersión por esas aguas es ciertamente atractivo. Veinticinco días para jugar al encuentro con esa obra tanto tiempo buscada y que en ese laberinto de casetas puede estar escondida en cualquiera de sus estanterías. Ir al encuentro de ese libro tan buscado es sugerente, sobre todo si viene adobado por el factor sorpresa de encontrarte con un tesoro que no buscabas y que ni siquiera imaginabas que estuviera por allí. Y ese olor a libro viejo que tanto acompaña y tanta nostalgia encierra.