Pasará el gol de Morata a los anales aunque no hiciese falta para ir al Mundial. Pero fue un gol que sirvió para descorchar la botella y que el champán de la alegría manase tras unos minutos en que estábamos en el alambre. No llegó el partido a los niveles dramáticos de aquel choque con los daneses en Nervión, ya que ni jugábamos en inferioridad ni era necesaria la victoria para ir a nuestro decimosexto Campeonato del Mundo.

Si aquella noche de Nervión fue héroe principal Santi Cañizares, por encima, incluso, del papel protagonizado por Fernando Hierro con su gol, lo de antier noche en La Cartuja le daba el rol de protagonista a un chaval de Los Palacios que bebía de los pechos del Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié. Y hubo de ser una noche en su tierra donde Gavi se consagrara como una promesa que se hizo realidad a base de correr y de no errar un solo pase.

Y La Cartuja, Sevilla, coreó su nombre y hasta fue nombrado jugador del partido. Hay que ver el ejemplo de Jesús Navas en Los Palacios y Villafranca, que se ha convertido en algo parecido a lo que fue Coria en su tiempo como criadero de futbolistas. Aquí pasa que la calidad se ha impuesto a la cantidad que daba la cantera coriana. Tras Navas, Fabián y Gavi forman ya la trilogía de celebridades futbolísticas que ha dado el pueblo de Joaquín Romero Murube.

Pero así como Navas y Fabián se consagraron en el primer equipo del club que los formó, en el caso de Gavi se da el caso doloroso de que le fue birlado a quien lo puso en el camino de futbolista. Cómo se entra a saco en las canteras, cómo el pez gana la partida según su tamaño, es lo que un día llevó a Lopera a debilitar sus escalafones inferiores. No se trata de añorar aquella decisión, pero sí da tristeza ver cómo triunfan chavales que se formaron en unas canteras saqueadas.