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Editorial

Por fin un mes con menos parados

POR vez primera en muchos meses las noticias sobre el paro no fueron malas. El número de desempleados españoles inscritos en los Servicios Públicos de Empleo disminuyó en 24.741 en mayo pasado con respecto a abril. El dato, que cambia una tendencia prolongada durante más de un año, se complementa con otros igualmente positivos: aumentó el número de afiliados a la Seguridad Social y se redujo el de parados sin cobertura de desempleo. Con prudencia y signos de cautela, el presidente del Gobierno consideró ayer mismo que esta cifra "debe marcar un cambio de tendencia", mientras que al ministro de Industria le sirvió para augurar el principio del fin de la crisis. Estas afirmaciones deben ser matizadas. Por un lado, hay que resaltar la escasa significación de un dato puramente mensual: el incremento interanual del paro (de mayo de 2008 a mayo de 2009) ha sido del 43% en Andalucía y del 56% en España, unos números que no permiten el optimismo. De hecho, mayo suele ser un mes de reducción notable del desempleo, lo que ha ocurrido constantemente desde 1996, a excepción de 2001 y 2008. La leve caída registrada ahora tiene que ver con el inicio de la temporada veraniega y, sobre todo, con los efectos positivos de los planes de construcción e infraestructuras acometidos por el Gobierno en colaboración con los ayuntamientos. Es previsible que la situación evolucione en la misma dirección durante el verano, pero no hay ninguna seguridad de que en septiembre no volvamos a los datos anteriores. En resumidas cuentas, los registros del antiguo Inem nos dan un respiro momentáneo, pero no conviene perder de vista que el paro en España sigue siendo el más elevado de la Eurozona (incluso por encima de Letonia y Lituania), precisamente una región económica que padece el desempleo más alto de los últimos diez años. En lo que se refiere a Andalucía, continuamos teniendo 789.000 parados inscritos. Todo lo que sea lanzar las campanas al vuelo resulta, pues, prematuro y contraproducente: nada hace segura la consolidación de un cambio de tendencia y los errores de diagnóstico, como los cometidos al inicio de la crisis, que incluso se negaba, conducen a una pasividad que se ha demostrado nefasta. Satisfacción moderada, pues, y convicción de que no se debe bajar la guardia.

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