TODAS las previsiones cayeron por goleada ante la realidad de un fin de semana en el que la Sevilla de siempre se convirtió en una explosión de vida que hubiese hecho palidecer de envidia a la tarde de Reyes o a la de víspera del Corpus. Hasta hubo de cortarse el trayecto del tranvía para limitarlo a lo que va de Puerta Jerez a San Bernardo viendo cómo se había colmado la Avenida. Intransitable a todo lo que da de enacho y con los bebederos hasta la corcha, que hasta el Casablanca había pasado de su habitual descanso de fin de semana para atender a la demanda, enorme, como es norma de lunes a viernes. Se preveía un gran desembarco en este último puente del año, pero es que lo grande se convirtió en excepcional. Y por si fuera poco, la meteorología, que tuvo un comportamiento óptimo para que este largo fin de semana haya entrado en la historia.
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