CON la magnífica nueva de que el Betis estará hoy en el bombo de los privilegiados amanece este viernes segundo de agosto con la también gratificante noticia de que ya tiene Pepe Mel su medio centro. Que, por cierto, es de un nivel que mejora sensiblemente lo de estos años recientes. Con Xavi Torres se compone una línea sólida y con creatividad, pero no todo es bonanza y una nube se cierne por el celaje que alumbra al Betis.

Esa nube es amenazadora, al menos así lo cree un servidor. La nube se llama el estado físico de un Rubén Castro que ni siquiera entre algodones siente la mejoría esperada. Quiere decirse que si en reposo no tiene buenas sensaciones, qué es lo que puede pasar cuando llegue el fragor de la competición en una campaña que se prevé trabajosa. Y viene todo esto al caso porque no estamos ante un futbolista más de la plantilla, sino ante el que marca la diferencia de cara al marcador.

Importantísimo en el próximo pasado del equipo y vital de cara a lo que se viene encima, por lo que es para tocarse la ropa que el futbolista se esté perdiendo la pretemporada por un problema físico que no se ataja. Y pasan los días y suena a música celestial eso de que lo están reservando para el Bernabéu cuando es en el Bernabéu donde quizá sea menos necesario. Lo que viene después del Bernabéu es lo que al Betis le importa y la duda es si lo afrontará con el canario o sin él.

Ojalá sea todo una falsa alarma, pero las lesiones neurológicas son pesadas y, sobre todo, traicioneras. ¿Se quedaría muy desnudo el ataque si Rubén no puede con la temporada? Por supuesto que sí, ya que los números son los únicos datos objetivos de este juego con tanta carga azarosa como el fútbol. Sin goles no hay paraíso, eso lo sabe el más lego en la materia, y Rubén es el máximo goleador del Betis. ¿Solución? La ideal es que sane, pero eso ¿quién lo sabe?