Especulando que es gerundio y en el corazón del drama y del confinamiento, la cosa es dar con la fecha en que todo volverá a la normalidad. Normalidad en la generalidad y en el fútbol en particular. ¿Para cuándo la reanudación de LaLiga? Es lo único que en el universo fútbol preocupa en la actualidad, con sus honores y sus fracasos en forma de ascensos y descensos, que ojalá se acabe la competición y que mañana sea otro día.

Y para ello, los equipos ven cómo el entrenamiento coral es imposible y hasta hay prestigiosos expertos de la cosa que aconsejan una minipretemporada no más se dé luz verde al retorno. Pero todo discurre en el meollo de una incertidumbre absoluta, que no hay una sola pista fiable que dé con el final feliz. Ni siquiera un dato que nos pueda acercar a esa anhelada meta que se fía en cierto partido que de siempre fue el partido de los partidos para el fútbol según Sevilla.

Y en el oscurantismo que conlleva el confinamiento general, absoluta ignorancia de cómo se encara en cada club este interminable y agobiante tiempo de vísperas. Hay futbolistas que suben a las redes sociales detalles de su vida en ese arresto obligadamente domiciliario, con algunos mostrando la confortabilidad de sus confinamientos, pero la pregunta es la de ¿cómo llegarán al derbi? A esa meta inquietante que el capricho del destino ha señalado como punto final del drama.

Y dentro de todo este galimatías que soportamos, la idea común es que lo que no sea terminar las competiciones significaría un golpe bajo al fútbol y a sus circunstancias. Circunstancias circunscritas en un amplio abanico que tiene en la economía una varilla trascendental. ¿Estallará la burbuja del fútbol como tantas como estallaron o volverán a estallar tras la pandemia? Eso y a ver cómo llegan los futbolistas a la reanudación van tomando cariz de pesadillas insufribles.